Columna

El fundador del género español

Género considerado tradicionalmente como inferior, la reivindicación del bodegón o naturaleza muerta ha sido un asunto de nuestra época contemporánea, pues no en balde fue elegido como la vía más revolucionaria de la vanguardia entre Cézanne y el cubismo. Pero si el bodegón tradicional tardó en encontrar un justo aprecio crítico, su evaluación económica se retrasó más, siendo casi una cuestión del presente. Éste es el caso, sin duda, del bodegón español clásico, cuya importancia histórica ya fue exaltada por Julio Cavestany en una temprana exposición memorable, celebrada en 1935, con el título...

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Género considerado tradicionalmente como inferior, la reivindicación del bodegón o naturaleza muerta ha sido un asunto de nuestra época contemporánea, pues no en balde fue elegido como la vía más revolucionaria de la vanguardia entre Cézanne y el cubismo. Pero si el bodegón tradicional tardó en encontrar un justo aprecio crítico, su evaluación económica se retrasó más, siendo casi una cuestión del presente. Éste es el caso, sin duda, del bodegón español clásico, cuya importancia histórica ya fue exaltada por Julio Cavestany en una temprana exposición memorable, celebrada en 1935, con el título de Floreros y bodegones en la pintura española, cuyo catálogo no pudo ver la luz hasta 1940 a causa de la Guerra Civil. Sin embargo, debió transcurrir todavía medio siglo para que se volviera a llamar la atención sobre el bodegón español, cuando en 1983 se exhibió, organizada por el Museo del Prado, y en las salas de exposiciones de la Biblioteca Nacional, en Madrid, la magna muestra Pintura española de bodegones y floreros de 1600 a Goya, que fue como el banderín de enganche para la celebración de una sucesiva escalada de exposiciones en España y en el extranjero sobre este mismo tema, a través de las cuales no sólo se reconoció la singular personalidad de la naturaleza muerta española, sino que se revolucionó su precio en el mercado, multiplicándose en pocos años por mil.

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Entre los bodegonistas españoles, hoy aún en trance de investigación pero ya muy valorados y buscados, destacan dos figuras: una, la más conocida, la de Zurbarán, pero también la de Juan Sánchez Cotán, que es considerado como el fundador de la estética española en este género y cuyos bodegones además están fechados con una cronología tan prematura que casi son rigurosamente contemporáneos a los de Caravaggio.

De la vida y obra de Juan Sánchez Cotán sabemos poco, pero entre los datos que poseemos está el de la fecha de su bautismo en la villa toledana de Ordaz el 25 de junio de 1560. Según Francisco Pacheco, fue discípulo de Blas de Prado, aunque desconocemos cómo transcurrieron sus primeros años y exactamente en qué consistió su formación artística. Sánchez Cotán vivió en Toledo hasta los 43 años, pintando una variedad de temas entre los que también cultivó el bodegón, género en el que destacó de forma plenaria. Parece ser que pudo vivir con holgura gracias a una clientela fiel y que, en 1603, no sabemos por qué causa, abandonó su profesión y entró como lego en la orden de la Cartuja, trasladándose a Granada, donde residió, con una breve estancia en la Cartuja de El Paular, hasta su muerte, el 8 de septiembre de 1627, a los 67 años de edad.

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