Tribuna:LAS CUENTAS DEL ESTADO PARA 2005

Mejor solos que acompañados

Una primera buena noticia que debe resaltarse en relación con la presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2005 es el anuncio de la supresión de la Ley de Acompañamiento. Solbes la creó en 1994 y Solbes la suprime diez años después "con la sonrisa del doctor Frankestein después de eliminar a la criatura que se le ha ido de las manos", según imagen afortunada extraída de la lectura de la prensa del pasado fin de semana, que sintetiza perfectamente el hecho que esta ley había derivado en un cajón de sastre de uso abusivo en el que entraban asuntos variopintos que a menu...

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Una primera buena noticia que debe resaltarse en relación con la presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2005 es el anuncio de la supresión de la Ley de Acompañamiento. Solbes la creó en 1994 y Solbes la suprime diez años después "con la sonrisa del doctor Frankestein después de eliminar a la criatura que se le ha ido de las manos", según imagen afortunada extraída de la lectura de la prensa del pasado fin de semana, que sintetiza perfectamente el hecho que esta ley había derivado en un cajón de sastre de uso abusivo en el que entraban asuntos variopintos que a menudo poco tenían que ver con el Presupuesto, pero que su propia existencia restaba credibilidad al mismo y provocaba escepticismo a la hora de analizarlo y valorarlo.

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La segunda buena noticia relacionada con el Presupuesto de 2005 es la decisión de deflactar la tarifa del IRPF. No hacerlo implica un aumento soterrado de la presión fiscal poco compatible con cualquier criterio mínimo de transparencia. Es cierto, no obstante, que en este caso se trata de una buena noticia a medias, porque la actualización se realiza de acuerdo con un objetivo de inflación del 2% en 2005, que quedará de nuevo previsiblemente bastante por debajo de la inflación real.

Un cierto sesgo de optimismo es también el que probablemente impregna el escenario macroeconómico en el que se sustenta el proyecto de presupuestos. Un crecimiento del PIB del 3% en 2005 aparece -en estos momentos de fuerte incertidumbre respecto a la confirmación de la recuperación de la economía internacional y de escalada en los precios del petróleo- como excesivamente elevado y se sitúa unas cuantas décimas por encima de las previsiones que en este momento manejamos la mayoría de analistas. En mi opinión, resulta bastante probable que la demanda interna alcance ese 3,4% de crecimiento que prevé el Gobierno, pero es muy difícil que la aportación negativa del sector exterior disminuya tanto como estima la previsión oficial.

El planteamiento del Gobierno destaca, por otra parte, como características definitorias de su proyecto de presupuestos su marcado carácter social y la voluntad de que sirva de impulso al cambio de modelo económico.

Respecto al primer aspecto, es difícil pronunciarse sin un análisis mucho más profundo que el que permite una primera aproximación a las grandes cifras hasta ahora conocidas del proyecto de presupuestos, aunque sería bueno, en el momento de hacerlo, huir de la excesiva simplificación que a menudo supone la clasificación mecánica que atribuye a algunas partidas el carácter "social" y a otras no.

El otro aspecto, el del presupuesto como impulsor del cambio económico, sí que creo que merece ser subrayado de una forma muy especial, en un momento en el que la economía española lleva un largo periodo de tiempo con un crecimiento de la productividad ciertamente decepcionante. En este sentido, a ojos de un economista, lo que se agradece especialmente de este proyecto de presupuestos es su aparentemente decidida apuesta por el aumento de los recursos dedicados a I+D, a educación y a infraestructuras. Éste, sin duda, es el camino que ineludiblemente debe tomar la política presupuestaria del país aunque sus efectos no sean tan perceptibles a corto plazo como los que a menudo se le exige.

Xavier Segura es jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya.

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