Un testimonio artístico despierta la arqueología industrial de Lemóniz

Marisa González expone en el CAB de Burgos su proyecto sobre la central nuclear

La artista Marisa González (Bilbao, 1945) ha logrado penetrar en la central nuclear de Lemóniz, en la costa vasca, construida en los años setenta y que nunca entró en funcionamiento, para realizar un proyecto artístico que expone en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), de Burgos (www.cabdeburgos.com, hasta el 24 de junio). "Mi mirada no es documentalista ni historicista; es una mirada de testimonio de mis vivencias", declara. Un ejemplo de la arqueología industrial que se convierte, a través de fotografías, vídeos e instalaciones, en "una metáfora de la sociedad".

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La artista Marisa González (Bilbao, 1945) ha logrado penetrar en la central nuclear de Lemóniz, en la costa vasca, construida en los años setenta y que nunca entró en funcionamiento, para realizar un proyecto artístico que expone en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), de Burgos (www.cabdeburgos.com, hasta el 24 de junio). "Mi mirada no es documentalista ni historicista; es una mirada de testimonio de mis vivencias", declara. Un ejemplo de la arqueología industrial que se convierte, a través de fotografías, vídeos e instalaciones, en "una metáfora de la sociedad".

"Fueron muchos los días de invierno que pasé descubriendo la magia y el misterio"

Marisa González (www.marisa-gonzalez.com) se moviliza cuando se entera de que un edificio industrial va a desaparecer, "en un intento de atraparlo, de retenerlo, de reconstruir la memoria de un periodo concreto del patrimonio industrial". En su anterior proyecto, La fábrica, presentado en 2000 en la Fundación Telefónica, de Madrid, recogió en fotografías, vídeos y objetos la demolición de una fábrica de harinas en el centro de Bilbao. "Me interesa plantear cuestiones sociales y políticas, pero sobre todo las relacionadas con la arquitectura, los paisajes abandonados, los espacios desolados con vestigios industriales, donde no pasa nada". Tiene un vídeo de la central térmica El Zapillo, de Almería, cuando volaron las dos gigantescas chimeneas junto al mar.

La artista pudo conocer la central de Lemóniz, a 30 kilómetros de Bilbao, entre Bakio y Plentzia, cuando se enteró en 2002 de la primera fase de su desmantelamiento. La construcción en los años setenta y ochenta (franquismo y primeros años de la transición) fue protestada por los movimientos pacifistas y ecologistas, a los que se sumó el terrorismo de ETA (asesinó a dos ingenieros y a dos trabajadores de la central). La central nuclear nunca llegó a funcionar, a falta sólo del uranio, y desde entonces permanece abandonada entre la muralla frente el mar, los fosos, alambradas y cámaras de vigilancia, algunas en funcionamiento. El año pasado, un grupo de arquitectos y artistas propuso convertir el lugar en un parque de la ciencia.

"Fue recorrer los restos de un naufragio", cuenta Marisa González al recordar su visita por las naves cilíndricas de los reactores, la nave de turbinas, las instalaciones y el entorno de mar y bosques. "Conseguí el acceso cuando empezó el desmantelamiento; antes era imposible. Ya no era la única ajena al recinto, al estar los trabajadores de la demolición y algunas empresas que compraron alguna maquinaria para reciclar. Fueron muchos los días de invierno que pasé descubriendo la magia y el misterio, y registrando con diferentes cámaras de fotos y de vídeo la acción de desmantelamiento. Recorrí las inmensas naves en todas las plantas, en las gigantescas terrazas desde las que se ve el mar como en el subsuelo". El proyecto sobre Lemóniz es amplio, y en el CAB de Burgos (en la provincia, Santa María de Garoña es una de las siete áreas nucleares de España) se expone Nuclear LMNZ /Mecanismos de control, una serie de fotografías, vídeos e instalaciones sobre los controles de seguridad físicos y ambientales.

Una gran fotografía analógico-digital del reactor ocupa uno de los paramentos de la sala junto a una serie dedicada a las cámaras de seguridad que rodean la central. En otro espacio, una videoinstalación pasa cuatro proyecciones sobre el interior del reactor, la cota menos 20, las señales y las alambradas, el gran muro y el mar, para llegar a otra instalación titulada Fallo general, con 17 cajas de luz que tienen letreros como Fallo político, Fallo social, Fallo insuperable, Fallo provocado, y objetos para controles y señales que la artista pudo rescatar antes de su destrucción. Otro vídeo captura la recogida de un trozo de una tubería de acero inoxidable nuclear, que estaba situada en la bañera, un gran foso recubierto de acero donde está situada la olla que iba a contener el uranio. Este material forma parte de otra propuesta dedicada a la destrucción, el registro del desguace y desalojo mediante el trabajo humano, que quiere ampliar con otros aspectos de la arquitectura industrial y la perspectiva social de los años setenta y la energía nuclear. Marisa González recoge estos términos de su estancia en Lemóniz, que estará más documentada en el catálogo, a punto de salir. Su trabajo artístico sobre los espacios industriales es "un registro testimonio" que se sale de la visión documentalista de la nueva objetividad para imponer la "presencia" y el contexto social y urbano.

El CAB de Burgos, que dirige el artista Rufo Criado, presenta, además, una exposición de fotos de Roland Fischer sobre el Camino de Santiago; unas instalaciones de jóvenes asiáticos en Nueva York y un segundo montaje con piezas de 21 artistas de su colección.

Fotografía Reactor (2003-2004), de Marisa González, de la exposición Nuclear LMNZ / Mecanismos de control.
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