Buen tinto en tierra de cavas

La mejor forma de acabar con las ideas preconcebidas en el mundo de la enología es mediante un buen vino. Así, frente a la idea de un Penedès de vinillos blancos, nada mejor que beber alguno de los magníficos tintos de estas tierras catalanas secuestradas por el cava. Y el mejor es obra de una pareja insólita, Irene Alemany y Laurent Corrio, que se inspira en las teorías del evolucionista Teilhard de Chardin, y aplican con rigor la filosofía biodinámica en sus ocho hectáreas de espléndido viñedo. Claro que a tan nobles y elevadas concepciones intelectuales le añaden luego una elaboración de pu...

La mejor forma de acabar con las ideas preconcebidas en el mundo de la enología es mediante un buen vino. Así, frente a la idea de un Penedès de vinillos blancos, nada mejor que beber alguno de los magníficos tintos de estas tierras catalanas secuestradas por el cava. Y el mejor es obra de una pareja insólita, Irene Alemany y Laurent Corrio, que se inspira en las teorías del evolucionista Teilhard de Chardin, y aplican con rigor la filosofía biodinámica en sus ocho hectáreas de espléndido viñedo. Claro que a tan nobles y elevadas concepciones intelectuales le añaden luego una elaboración de pura artesanía, que incluye largas maceraciones y el soberbio uso de la mejor madera francesa, tanto en crianza como en la fase de fermentación maloláctica.

Y el vino no hace sino reflejarlo. Desde su aroma, un baño de fruta madura trabajada con la sutil filigrana de las especias, el tabaco, la nota animal del almizcle, el bajo continuo de cedro y humo, hasta la boca potente, redonda, de sedosidad engañosa que encierra una firme estructura basada en sus increíbles taninos de higo y mineral.