Reportaje:

La soja transgénica ocupa los campos argentinos

El alto precio ha provocado que el 'oro verde' suponga casi la mitad de la producción agrícola pese a las protestas

Cincuenta niños mueren al día en Argentina, el sexto productor mundial de alimentos, por causas vinculadas con la desnutrición. Uno de cada dos argentinos es considerado "pobre" y no puede satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, el que fuera "granero del mundo" en la primera mitad del siglo pasado, ha vuelto a producir el milagro de la reproducción incesante. Los manantiales de oro verde, plantaciones de soja transgénica que se extienden por todo el país, permitirán este año obtener ingresos de más de 9.000 millones de dólares. La soja constituye casi la mitad de la cosecha tot...

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Cincuenta niños mueren al día en Argentina, el sexto productor mundial de alimentos, por causas vinculadas con la desnutrición. Uno de cada dos argentinos es considerado "pobre" y no puede satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, el que fuera "granero del mundo" en la primera mitad del siglo pasado, ha vuelto a producir el milagro de la reproducción incesante. Los manantiales de oro verde, plantaciones de soja transgénica que se extienden por todo el país, permitirán este año obtener ingresos de más de 9.000 millones de dólares. La soja constituye casi la mitad de la cosecha total, estimada este año en unos 70 millones de toneladas.

Los cultivos de soja cubren ya unas 14 millones de hectáreas y avanzan sobre territorios dedicados tradicionalmente a cereales como el trigo o el maíz, las plantaciones de frutas y hortalizas o al pastoreo de la ganadería. Las ventas de soja a China, India, EE UU y la Unión Europea, crecieron un 42% en 2003 y representan casi la cuarta parte del total de las exportaciones argentinas.

Las ventas de soja a EE UU, China, India y a la UE crecieron un 42% en 2003
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Los productores agropecuarios, a diferencia de los industriales, invirtieron los beneficios de los años noventa en desarrollo tecnológico y la cosecha anual de granos creció en esa década de 45 a 70 millones de toneladas. El campo se mantuvo de pie en medio del derrumbe económico de finales de 2001 y ha sido el sector clave en la recuperación. Las "retenciones agropecuarias", un impuesto del 23.5% a las ventas de soja y del 20% al trigo y el maíz, son el principal sostén de los planes alimentarios para casi cinco millones de indigentes y de subsidio a dos millones de parados.

Los operadores de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires recuerdan que las primeras plantaciones de soja en el país son de hace treinta años. En 1990 la cosecha fue de 12 millones toneladas y en la temporada 2003-2004 se calculan unas 34 millones de toneladas. La semilla transgénica, más resistente, redujo los costes en herbicidas. En los últimos años los precios se dispararon por el aumento de la demanda en China y la propagación de la enfermedad de las vacas locas, que obligó a alimentar el ganado en EE UU y Europa con productos de origen vegetal. Hace una semana, en el mercado de Chicago, la tonelada de soja se pagaba a 376 dólares. A pesar de que el productor argentino recibe unos 245 dólares tras retenciones, las plantaciones de soja rinden 150 dólares más por tonelada que el trigo y el maíz.

El Foro de la Tierra y la Alimentación, en el que participan más de 20 organizaciones ambientales de todo el país, denuncia "los efectos negativos en la salud y el ambiente por uso de agro tóxicos" y recoge las denuncias por casos de contaminación en pueblos y comunidades cercanas a los campos de soja afectadas por el uso del paquete tecnológico que se aplica en este cultivo: glifosato; 2,4 D1, paraquat; endosulfán, y otros herbicidas. El Foro advierte sobre las consecuencias de un "modelo dominado por las empresas transnacionales y las tecnologías que ellos controlan: los supermercados en la distribución final de alimentos, la gran industria alimentaría, semillera y de agrotóxicos, y el capital financiero concentrado constituido en un pool de siembra. Un modelo que produce materias primas para la exportación, y no alimentos en cantidad y calidad suficientes para los argentinos, obligando a la importación de alimentos"

El Foro imprime folletos que distribuye a los productores en todo el país y despliega sus consignas en todas las ferias: "Con transgénicos no hay soberanía alimentaria"; "El glifosato y el 2.4D matan"; "No a las regalías. No a la privatización de la semillas". Adolfo Boy, ex director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de San Pedro, provincia de Buenos Aires, advirtió sobre "la pérdida de empleos por el reemplazo de producción fruti hortícola por soja".

Pero la fiebre del oro verde no baja. El chacarero Horacio Di Sarli, afamado abogado de Buenos Aires que reduce las dimensiones de su campo a "unas pocas hectáreas", no sale de su asombro cuando cuenta que "en Villa Constitución, ruta nueve, provincia de Santa Fe, se ven cultivos de soja que llegan hasta el borde de las carreteras. Las objeciones de los técnicos sobre los riesgos del monocultivo no parecen influir en la decisión de los productores. El maíz y el trigo ceden territorios a la soja. Según Di Sarli, "no está comprobado que los campos se vean afectados porque no hay rotación, los nutrientes se compran y se reponen, mientras se mantengan estos precios nadie va a volver al trigo, al maíz, al sorgo o al girasol. En la próxima temporada se va a plantar soja hasta en los canteros y las plazas de Buenos Aires".

Los mayores ingresos del campo se distribuyen a los pueblos y ciudades rurales dedicados al servicio agropecuario. En esas zonas aumentan los índices de ventas de maquinaria agrícola, el consumo de coches, de electrodomésticos y productos importados, la construcción de hoteles y locales comerciales y la demanda de empleo. La venta de tractores subió 360% en 2003 con relación al año anterior y la de cosechadoras el 430%, según datos recogidos por la Asociación de Fabricas Argentinas de Tractores.

El valor de la tierra bate registros históricos por el interés de empresas y de inversores ajenos al sector. La hectárea en el corazón de la llamada Pampa Húmeda se cotiza a 6.500 dólares de promedio para la venta y el alquiler o arrendamiento, que se paga en dinero en efectivo o con un porcentaje de la producción de soja, subió más del 70% en los últimos seis meses.

La euforia no decae a pesar de que la sequía tardía en algunas regiones redujo la estimación de la cosecha de este año de 38 a 34 millones de toneladas. La baja se compensa con el alza continua de los precios. También EE UU y Brasil, los dos primeros exportadores mundiales, producirán menos soja de la prevista. En la Bolsa de Cereales, los operadores intentan calmar las ambiciones desmedidas. Uno de los de mayor experiencia advierte: "Los que alquilan campos o invierten a cuenta de lo que pueden ganar, corren demasiados riesgos. El mercado agropecuario es muy inestable, depende de cosas como el clima. Si el año que viene no hay sequía en EE UU, Brasil vuelve a aumentar su rendimiento y hay más países produciendo, el precio va a bajar. Por eso, a mayo de 2005, se cotiza a 189 dólares la tonelada, la mitad de lo que se paga ahora. Claro que los que apuestan también deben pensar: ¿qué pasa si ocurre lo contrario, hay sequía y aumenta la demanda, hasta cuánto puede llegar a costar la tonelada?".

Protesta contra la soja transgénica frente al Ministerio de Agricultura, en Buenos Aires, en septiembre de 2003.AFP

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