Reportaje:

El chapapote congela la cartera

La marea negra provoca una drástica caída de los créditos y del consumo en las zonas más castigadas de Galicia

Es fama de los marineros gastar alegremente lo que ganan jugándose la vida. Pero, a salvo de temporales, varados en tierra y con su medio de trabajo emplastado de chapapote, la gente del mar se vuelve ahorrativa. Hay pueblos de Galicia donde las ayudas económicas de la Administración han supuesto para los marineros unos ingresos mayores a los que obtendrían si su trabajo no se hubiese interrumpido. Y, sin embargo, el dinero no se mueve de casa. En la Costa da Morte, con la que se encaprichó el fuel, empresarios y responsables de entidades bancarias hablan de drásticas caídas en las ventas del ...

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Es fama de los marineros gastar alegremente lo que ganan jugándose la vida. Pero, a salvo de temporales, varados en tierra y con su medio de trabajo emplastado de chapapote, la gente del mar se vuelve ahorrativa. Hay pueblos de Galicia donde las ayudas económicas de la Administración han supuesto para los marineros unos ingresos mayores a los que obtendrían si su trabajo no se hubiese interrumpido. Y, sin embargo, el dinero no se mueve de casa. En la Costa da Morte, con la que se encaprichó el fuel, empresarios y responsables de entidades bancarias hablan de drásticas caídas en las ventas del comercio y en la solicitud de créditos. La gente no ha olvidado que el subsidio público es pasajero y teme que la catástrofe vaya para largo.

Varios informes cifran en el 30% o el 40% el descenso del comercio en la Costa da Morte

Nadie lo dice ante los periodistas, pero el comentario aflora en todas las esquinas de la Costa da Morte. Hay familias que jamás habían tenido tantos ingresos como en algunos meses del desastre del Prestige. Familias en las que conviven tres o cuatro personas con carné de pescador o de mariscador, que les ha dado derecho a cobrar 1.200 euros al mes y otros 1.000 si participaban en trabajos de limpieza. Son sueldos difíciles de alcanzar en una zona sometida a una sangría demográfica y a una larga depresión, donde el mar no genera ni de lejos la actividad industrial y turística de las Rías Bajas.

Con el retorno a la pesca, forzado por el Gobierno, las ayudas se van acabando. Pero aunque no fuera así, la gente ha preferido durante los últimos meses "guardar el maíz en el hórreo", un dicho popular al que recurre José Gabín, presidente de la Federación de Empresarios de la Costa da Morte (Fecom), con 1.200 asociados. "Aquí nadie se fía del futuro y prefiere ahorrar por si acaso", revela Gabín. El jefe de zona de una las entidades bancarias más implantadas transmite la misma impresión: "Estoy francamente preocupado. Los créditos personales han descendido en un 40% y los hipotecarios bastante más. Algunos clientes, como los concesionarios de automóviles, me dicen que se han desplomado las ventas". Los informes de la Fecom hablan de un descenso del 30% o el 40% en la actividad comercial de una zona donde viven cerca de 180.000 personas y abundan los pequeños negocios: hay una empresa registrada por cada 6,5 habitantes.

El futuro pinta mejor en las Rías Bajas, una zona más activa económicamente, con una población más joven y sin las deficiencias de comunicación del Finisterre coruñés. También menos castigada por el chapapote, cuya huella sólo permanece en algunos puntos muy localizados de la costa. Allí las playas ya tienen buen aspecto, el regreso de los marineros a sus faenas ha ofrecido resultados satisfactorios y los primeros turistas apareceron con la Semana Santa. "Pero el bajón económico de estos meses ha sido importante y la desconfianza no ha desaparecido", asegura Fernando Besada, presidente de los empresarios de O Grove (Pontevedra). El comercio minorista también sufre aquí el efecto económico en cadena que ha originado la marea negra. Lo subraya un reciente estudio de la Cámara de Comercio de Pontevedra, que alude al "factor psicológico" de incertidumbre entre consumidores y pequeños empresarios. "La caída de ventas está provocando problemas de liquidez que podría llevar a regulaciones de empleo", alerta el informe de la Cámara. Algunas de esas reducciones de plantilla ya han afectado a empresas de otros sectores, desde el Gran Hotel de A Toxa, en O Grove, hasta las pequeñas fábricas de cajas de pescado de la Costa da Morte.

La Cámara de Comercio de Pontevedra ha cifrado en 1.390 millones de euros las pérdidas ocasionadas al sector privado. Los cálculos oficiales de la Xunta son que el PIB gallego bajará este año un 0,5%, caída que, según el Gobierno autónomo, puede atenuarse hasta un 0,2% por las medidas paliativas de las administraciones. El profesor de economía y director del Instituto de Estudios Marítimos de la Universidad de A Coruña, Fernando González Laxe, prefiere hablar de pérdida de "valor añadido bruto", que cifra en 1.000 millones anuales, la misma cantidad que, según sus cálculos, le ha costado hasta ahora la catástrofe al Estado por el gasto en limpieza y el pago de ayudas a los afectados.

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González Laxe, que fue presidente de la Xunta con el PSOE entre 1987 y 1989, ha coordinado un estudio sobre el impacto económico de la marea negra para la Fundación Barrié de la Maza, del Banco Pastor. Las conclusiones aún se están redactando, pero Laxe tiene suficientes datos para subrayar que la magnitud de la catástrofe supera a todo lo conocido en Europa.

Turismo solidario en Semana Santa

Será por curiosidad, por una forma solidaria de entender el turismo o por fidelidad a viejas costumbres. Lo cierto es que los empresarios de hostelería aseguran que, de momento, el temido efecto Prestige no se ha dejado notar. En Pontevedra hablan de índices de ocupación superiores al 90%, como en la anterior Semana Santa. No han ido tan bien las cosas en la provincia de A Coruña, más castigada por los vertidos, donde la Federación de Empresarios de Hostelería calcula que se han ocupado el 40% de las plazas.

"Desde hace un mes, ya teníamos todo reservado para los días festivos de Semana Santa", dice un portavoz del Parador de Turismo de Baiona, en las cercanías de Vigo. "Nuestra clientela habitual no se ha echado para atrás". Jorge Olleros, presidente de los empresarios de hostelería de O Grove, también tiene completo su hotel. "Pero hay que ser prudente, la Semana Santa tampoco suele ser para nosotros una gran temporada y lo que ocurre ahora no tiene que repetirse necesariamente en el verano", avisa. "Las playas aquí están más limpias que nunca y la oferta gastronómica se está recuperando. Pero quiero saber los motivos por los que ha venido la gente. Estamos repartiendo unos cuestionarios para conocer sus reacciones y así preparar mejor el verano".En el sector turístico, que supone casi un 10% del PIB gallego, resulta aventurado hacer pronósticos sobre la repercusión de la catástrofe, ya que intervienen factores psicológicos impredecibles, advierte el profesor Fernando González Laxe. El economista es de los que piensa que para revertir las consecuencias del desastre hay que utilizar el reclamo del turismo solidario. "El espíritu del voluntariado ha sido uno de los mayores fenómenos sociales de los últimos años en España", sostiene, "eso hay que aprovecharlo".

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