Juan Arias edita una conversación íntima, larga y sincera con Cebrián

El periodista y académico afirma que su interés actual es la literatura

"¿Por qué no puedo escribir poesía?", se pregunta Juan Luis Cebrián, periodista, escritor, miembro de la Real Academia Española, figura sobre la que hay afición a especular y que descubre muchos de sus secretos en un nuevo libro. Se trata de Juan Luis Cebrián: Una mirada diferente (Maeva), un interrogatorio al que le ha sometido su colega Juan Arias y en el que Cebrián responde a esa pregunta y otras muchas sobre el amor, la muerte, las mujeres y la literatura, de la que dice que es su ambición prioritaria: "Espero publicar mi primer libro de poesía en dos años".

A Juan Arias le ...

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"¿Por qué no puedo escribir poesía?", se pregunta Juan Luis Cebrián, periodista, escritor, miembro de la Real Academia Española, figura sobre la que hay afición a especular y que descubre muchos de sus secretos en un nuevo libro. Se trata de Juan Luis Cebrián: Una mirada diferente (Maeva), un interrogatorio al que le ha sometido su colega Juan Arias y en el que Cebrián responde a esa pregunta y otras muchas sobre el amor, la muerte, las mujeres y la literatura, de la que dice que es su ambición prioritaria: "Espero publicar mi primer libro de poesía en dos años".

A Juan Arias le costó dos minutos convencerle. "Y de pie", dice el periodista, que vive en Rio de Janeiro y ya ha publicado otros libros de entrevistas con José Saramago, Paulo Coelho y Fernando Savater. "Me sorprendió que se dejara convencer tan rápido", confiesa, "pero creo que ha llegado a un momento en su vida que él quería hacer algo así".

Se trata de una charla sincera, sin tapujos, en la que Juan Luis Cebrián, madrileño de 58 años, primer director de EL PAÍS y consejero delegado de PRISA, habla sobre temas personales, amistades, aficiones, defectos, virtudes, proyectos por hacer... "Aunque algunos secretos me los llevaré a la tumba", dice el entrevistado. "Hay confidencias muy privadas, cosas que no se ha atrevido a revelar sobre la transición, la política o el mundo de la comunicación que no cuenta por miedo a hacer daño a terceros", aclara Arias.

Contradicciones explícitas, paradojas que le confirman como "un inconformista" a ojos de Arias, que conoció de muy joven a Cebrián. "Trabajábamos en el diario Pueblo, con Emilio Romero y Jesús de la Serna y él, que entonces tenía 19 años, ya era mi jefe", asegura. Se volvieron a encontrar en EL PAÍS. Cebrián era el director, con 31 años, y Arias, corresponsal en Roma.

En todas esas batallas, Cebrián fue bregando con los tiempos difíciles, con las amenazas de muerte en el 23-F: "Ahí sentí miedo porque nos comunicó la policía que había una lista con siete nombres que un grupo de extrema derecha asesinaría", confiesa Cebrián. Y también dejando de lado otras cosas. Vocaciones, incluso: "Creo que es la primera vez que confiesa que quiso ser cura", dice Arias. "Pero de los de la teología de la liberación", aclara Cebrián en el libro.

De ser algo en política le hubiera gustado presentarse a alcalde de Madrid, "aunque no me hubieran votado porque ésta es una ciudad retrógada y reaccionaria", dice Cebrián.

El libro aborda su relación con el poder: Arias afirma que Cebrián "analiza el poder en términos de influencia y considera que no es poderoso pero que sí tiene influencia porque se la dan los demás a costa de haberse labrado una fiabilidad".También están sus ambiciones más urgentes: la literatura. Cebrián ya ha abordado la novela y el ensayo, pero la novedad en su bibliografía va a ser la poesía: "Espero publicar mi primer libro de poesía en dos años", anuncia. "Tengo escritos unos 50 poemas y voy a continuar". Lo que digan los críticos le da igual: "Si lo decido es porque me da la gana. No quiero ni que me aplaudan ni que me chillen. Publicar poesía es siempre un regalo que haces a los demás. ¿Te van a criticar por eso?", se pregunta.

Luego está el Cebrián de puertas adentro, el hombre al que muchos dicen temer, muy pocos conocer y que se explaya en el libro de forma directa analizando sus defectos, su timidez, la forma en que se le ve. "Conociendo su pudor para las cosas personales, que se decidiera a hacer este libro para mí tiene mucho mérito. Es hermético y reconoce su dificultad para manifestar afectos", dice Arias.

Como ex sacerdote, el autor tiene armas suficientes para que cualquiera se le confiese. Aun así, no sale de su asombro ante muchas de las respuestas. "Desde los primeros momentos de la entrevista, que duró algunos días en su casa de Madrid, supe que iba a entrar en todos los temas a fondo", asegura.

Como el amor, las mujeres o la muerte... "Es lo que más me ha impresionado de todo. Cómo acepta la idea de la muerte. Se nota que es una idea que ha madurado mucho: cree que hay que inventar una nueva cultura de la muerte". Dice Cebrián: "Aspiro a la memoria de mis hijos, y no sólo a la de mis hijos. Aspiro a la memoria sobre mi persona. Este país es muy malo con la muerte. Ya decía Ortega que en España es difícil hasta morirse".

Juan Luis Cebrián y Juan Arias.SANTI BURGOS

El niño que quería contar

"Antes que periodista, Cebrián quiso ser escritor", asegura Juan Arias. La vocación literaria ya estaba en la niñez, un tiempo de estrecheces y violencia en un país marcado por la guerra. Cebrián relata así su visita de niño a la madrileña cárcel de mujeres de Ventas, con su madre. "Mi abuelo era médico, mi padre un hombre del régimen, y consiguió ese empleo -médico en la cárcel- para mi abuelo. Yo tenía cuatro o cinco años. Allí había presas que cosían y hacían pijamas. Yo iba de la mano con mi madre y me tomaban medidas", recuerda en el libro. Hijo de una familia burguesa "con seis hijos y dos personas de servicio en un piso de 113 metros", recuerda, Cebrián fue vislumbrando su vocación. "Te voy a contar algo que nunca he dicho a nadie", le dice a su interrogador: "Desde que tengo uso de razón, tengo conciencia de que quería vivir la vida para contarla".

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