Cartas al director

'Mayday, mayday, mayday'

Esta es la llamada de auxilio en el código del mar: "¡Mayday, mayday, mayday!". Creo que es la que corresponde enviar desde España a la comunidad internacional, a todos los países con mayor capacidad técnica y científica (y estoy pensando singularmente en la experiencia de Estados Unidos, además de la Unión Europea) ante la emergencia que se va a derivar de la muy probable expulsión al mar de toda la carga del Prestige. Estamos hablando de una catástrofe sin precedentes en el medio marino, lo que lo convierte en un desafío para todo el mundo. Si España, y en particular Galicia, ha sufri...

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Esta es la llamada de auxilio en el código del mar: "¡Mayday, mayday, mayday!". Creo que es la que corresponde enviar desde España a la comunidad internacional, a todos los países con mayor capacidad técnica y científica (y estoy pensando singularmente en la experiencia de Estados Unidos, además de la Unión Europea) ante la emergencia que se va a derivar de la muy probable expulsión al mar de toda la carga del Prestige. Estamos hablando de una catástrofe sin precedentes en el medio marino, lo que lo convierte en un desafío para todo el mundo. Si España, y en particular Galicia, ha sufrido el impacto de la tragedia, también desde aquí se debe encabezar el movimiento en defensa del mar, una llamada de colaboración excepcional a países y empresas para que se empleen todos los medios más avanzados y que intervengan lo antes posible en el lugar del hundimiento y en el gran frente marítimo afectado.

La capacidad técnica que permite proezas como enviar sondas a Marte debería volcarse con la máxima de las urgencias ante este dramático test que amenaza un extraordinario ecosistema. Hay muchas lecciones que aprender de este desastre. Pero lo que no puede postergarse es que el Gobierno español emita, no una entrevista al jefe de Gobierno en el aseo mediático del Titanic, sino un humilde y urgente "¡Mayday, mayday, mayday!" internacional, al tiempo que convoque sin demora al Congreso de los Diputados, entone un mea culpa, se olvide de enemigos interiores, y deje de cocear con el pasado. Y restablezca la "confianza básica" perdida; ese restablecimiento pasa hoy por la destitución de los responsables. Y para empezar, el señor Fraga podría prestar un último servicio a Galicia votando, mañana, a favor de su censura en el Parlamento gallego. Necesitamos un giro, pero, por favor, que no sea de 360 grados.

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