Tribuna:

A la memoria de José Gaos

Sabemos todos cuán vasta e importante ha sido la labor cultural de España en todo el orbe. País de navegantes, país de sabios, país de escritores y artistas, de ideales y grandes sueños, España ha representado uno de los mayores hitos en la configuración del mundo actual. La presencia española desbordó las rutas y los territorios conocidos, los continentes misteriosos y las civilizaciones hasta entonces desvinculadas entre sí. Podríamos decir que los primeros trazos de un mundo globalizado surgieron por obra y empeño de la iniciativa ibérica.

España es para nosotros fray Luis de León, C...

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Sabemos todos cuán vasta e importante ha sido la labor cultural de España en todo el orbe. País de navegantes, país de sabios, país de escritores y artistas, de ideales y grandes sueños, España ha representado uno de los mayores hitos en la configuración del mundo actual. La presencia española desbordó las rutas y los territorios conocidos, los continentes misteriosos y las civilizaciones hasta entonces desvinculadas entre sí. Podríamos decir que los primeros trazos de un mundo globalizado surgieron por obra y empeño de la iniciativa ibérica.

España es para nosotros fray Luis de León, Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina. España es también la Mezquita de Córdoba, la Sinagoga del Tránsito, la Alhambra, la Giralda, las Catedrales de León, Burgos y Toledo, las Murallas de Ávila, el Alcázar de Segovia y el Monasterio de Poblet. España es, para nuestra cultura, el Greco, Murillo, Zurbarán, Velázquez, Goya y Picasso. España en nuestro legado es la generación del 98, Unamuno y Valle-Inclán; la del 27, Alberti y Cernuda; la Junta para Ampliación de Estudios, Ramón y Cajal, la Residencia de Estudiantes, García Lorca, Buñuel, Juan Ramón Jiménez, Dalí y tantos otros. Extraordinarios científicos, humanistas y creadores que configuraron una visión propia del tiempo y la existencia.

"Brilló sobre todo en la tarea básica de toda institución educativa: la enseñanza"

Pero España ha representado también para los pensadores mexicanos una casa generosa. Ahí tenemos la figura perdurable de nuestro Alfonso Reyes, quien encontró en Madrid una comunidad intelectual que lo acogió con respeto, lo aceptó como uno de los suyos y también lo celebró. Como él, muchos otros intelectuales y artistas han hallado en España las raíces de su cultura y al mismo tiempo una noble puerta de entrada al viejo continente.

Un día, quién podría haberlo previsto, a México le tocó ser el país hospitalario que acogió a los exiliados españoles que se alejaban de la tragedia. La guerra significa siempre ruptura y desolación, pero en este caso en nuestro país significó también renacimiento: cuántos excelentes españoles, de cuántas provincias, ciudades y pueblos se desplazaron a raíz de la conflagración terrible a iniciar una nueva vida en el terreno generoso. Cuántos españoles se abrieron un nuevo camino en el México gobernado por el presidente Lázaro Cárdenas. Y, entre ellos, un grupo numeroso de ilustres académicos que incidieron radicalmente en lo que es ahora México en su pensamiento. Lo configuraron desde las revistas y los libros, desde los laboratorios y las aulas de nuestra Universidad y de otras instituciones a las que dieron un renovado impulso intelectual.

Dentro de esta impresionante diáspora del conocimiento, al lado de tantas personas notables, hubo un filósofo cuyo trabajo y cuya mente no han dejado de brillar hasta nuestros días: José Gaos. A él, a su obra capital y a su memoria se dedica la Cátedra que hoy se crea.

La escuela de Madrid, representada por extraordinarios pensadores como Ortega y Gasset, Zubiri y García Morente, dejó su huella en una generación de filósofos formados en una tradición intelectual rigurosa y al mismo tiempo comprometidos con el mundo y la sociedad en donde vivían. Así fue como Gaos, bien preparado en filología clásica y en lenguas modernas, erudito en historia de la filosofía, se acercó a Ortega, a Husserl y a Heidegger en busca de explicaciones para los agitados tiempos en los que le tocó vivir. Ya en México introdujo nuevos temas y corrientes de pensamiento, como el historicismo, el existencialismo y la fenomenología. Pero Gaos fue también un filósofo original. Construyó un pensamiento propio al que denominó "filosofía de la filosofía" que es, ante todo, una profunda reflexión metafísica.

A través de sus escritos, Gaos se muestra como un filósofo consistente y profundo. Su sola obra bastaría para considerarlo una de las figuras más destacadas en la cultura del siglo XX. Pero brilló sobre todo, y de manera incomparable, en la tarea básica de toda institución educativa: la enseñanza, por eso su semilla sigue viva.

Conocemos al Gaos profesor, en esa gran recopilación de sus enseñanzas contenida en el libro Historia de nuestra idea del mundo, así titulado por el seminario que condujo en la última etapa de su vida, y que reunía la experiencia adquirida a través de numerosos cursos ofrecidos en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad. Ahí podemos encontrar al Gaos que sabía reunir la profundidad del pensador con la claridad del buen maestro. A partir de un objeto, como una catedral o un libro, el filósofo podía reconstruir la manera de pensar de toda una sociedad o una época. Hacerlo así requería sin duda de una erudición y una capacidad reflexiva extraordinarias.

Podemos decir, por tanto, que José Gaos llega a nosotros y al México de nuestros días bajo la doble figura de filósofo y de profesor. Conocemos al primero por medio de sus numerosos libros, recogidos en la vasta publicación de sus Obras completas editadas por la UNAM, en justo homenaje a su trabajo intelectual. El profesor que era Gaos, sin embargo, es más que una anécdota o una leyenda, un ejemplo de espíritu crítico e integridad moral, para maestros y alumnos. Un ejemplo multiplicado en cada generación y a través de cada uno de los estudiantes que lo escucharon, lo vivieron e hicieron suyo su legado. Podríamos decir, parafraseando a su maestro Ortega y Gasset, que José Gaos salvó su circunstancia, trascendió su tiempo y enriqueció el pensamiento de nuestro país.

Con sus actos y su obra, Gaos encarnó uno de los ideales más altos a los que pueden aspirar dos naciones como España y México: el intercambio de las ideas y la mutua influencia cultural. Dos naciones como las nuestras, que tienen una larga y entrañable relación, pueden hallar en el ámbito de la cultura, a través de dos de sus universidades emblemáticas, el símbolo y el espíritu de su cercanía.

De ahí la importancia de la creación de la Cátedra José Gaos. Cátedra que enriquecerá el intercambio académico entre México y España. Así se verá cristalizada la reunión de voluntades que han participado en esta iniciativa: la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Nacional Autónoma de México y el grupo Santander Central Hispano [...].

Amplio extracto del discurso que pronunció el pasado martes Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Autónoma de México, en el acto de inauguración de la cátedra José Gaos, con la presencia de los reyes de España.

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