La relación de Alemania y EE UU queda tocada tras una campaña marcada por Irak

Las palabras de una ministra contra Bush desencadenan una gran polémica en la recta final

El canciller Gerhard Schröder niega toda cooperación a Washington en una futura intervención militar en Irak. Su rival conservador en las elecciones de mañana, Edmund Stoiber, niega al Ejército norteamericano el uso de las bases aéreas en Alemania en caso de una victoria. La ministra socialdemócrata de Justicia, Hertha Däubler-Gmelin, manifiesta en una conversación -ella lo niega, testigos lo confirman- que George W. Bush utiliza la guerra para desviar la atención de sus problemas internos, 'como Hitler'.



La situación, coinciden políticos y analistas en Berlín cuando faltan 36 h...

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El canciller Gerhard Schröder niega toda cooperación a Washington en una futura intervención militar en Irak. Su rival conservador en las elecciones de mañana, Edmund Stoiber, niega al Ejército norteamericano el uso de las bases aéreas en Alemania en caso de una victoria. La ministra socialdemócrata de Justicia, Hertha Däubler-Gmelin, manifiesta en una conversación -ella lo niega, testigos lo confirman- que George W. Bush utiliza la guerra para desviar la atención de sus problemas internos, 'como Hitler'.

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La situación, coinciden políticos y analistas en Berlín cuando faltan 36 horas para la apertura de los colegios electorales, es muy seria y tendrá repercusiones duraderas, gane quien gane el domingo. Porque los conservadores se han visto obligados por el discurso de Schröder en contra de toda cooperación militar con Washington en una guerra en Irak a adoptarlo en gran medida. El que gane tendrá, sin duda, que modificar su postura para limitar daños en unas relaciones económicas y políticas de capital importancia. Sólo hay que recordar que un boicoteo norteamericano a las editoriales norteamericanas propiedad de Bertelsmann o Von Holzbrink aumentaría drásticamente en varias ciudades alemanas el paro, principal problema de una economía que sufre tanto en acomodarse a los nuevos tiempos como su política. La Alemania de posguerra acabó con la caída de Helmut Kohl. Desde entonces, Berlín acudió a Kosovo y Afganistán de la mano de Washington, pero también ha atacado la pena de muerte en EE UU como ningún aliado. Y en campaña electoral tan decisiva como la habida, la clase política alemana ha mirado a sus electores, y guste o no, irresponsablemente quizás, ha dicho lo que su población, cada vez más ajena a la tragedia del siglo XX, quería oír. La ministra de Justicia dijo ayer lamentar que algún comentario suyo pudiera deteriorar las relaciones con Washington. Están deterioradas. No así, en absoluto, la comprensión de los electores. Deslices verbales aparte, Alemania vuelve a hacer política nacional.

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