La uva de la discordia

Un cava de pinot noir. Uva deseada y maldita, a partes iguales, por tantos cavistas que se mueven entre el ser como siempre y el riesgo de la nada si se cambia demasiado. Porque a estas alturas, cuando el cava tiene que seguir ganándose a pulso su puesto de glorioso segundón en el ranking mundial, tras la sombra alargada del champagne, hay que hablar más de resultados y menos de variedades. El riesgo es claro: perder parte de las características que han diferenciado al cava en el proceloso mar de los espumosos naturales: ligereza, frescura, frutosidad, y santas pascuas.

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Un cava de pinot noir. Uva deseada y maldita, a partes iguales, por tantos cavistas que se mueven entre el ser como siempre y el riesgo de la nada si se cambia demasiado. Porque a estas alturas, cuando el cava tiene que seguir ganándose a pulso su puesto de glorioso segundón en el ranking mundial, tras la sombra alargada del champagne, hay que hablar más de resultados y menos de variedades. El riesgo es claro: perder parte de las características que han diferenciado al cava en el proceloso mar de los espumosos naturales: ligereza, frescura, frutosidad, y santas pascuas.

¿Bueno sólo para el taponazo de las fiestas? Hay cavistas, artesanos, grandes y medianos, que se empecinan en demostrar lo contrario. Ahora, Codorníu provoca y agita con este rosado, que testimonia la refinada maestría de sus elaboradores, con Juan José de Castro a la cabeza. Los aromas están bien maduros, con un predominio sobre el pan tostado de la fruta roja confitada (fresa, moras), refrescada por un ligero baño cítrico (pomelo), en un alarde de equilibrio entre potencia y acidez. Tiene una estructura elegante, con un fin de boca finamente goloso.