Editorial:

Productividad en baja

Las estadísticas de Eurostat sobre la evolución de la productividad en los países de la Unión Europea confirman lo que ya era un secreto a voces: que la economía española está perdiendo el tren de los avances tecnológicos que hacen posible la competitividad de las empresas. España no sólo está a la cola de la productividad europea, junto con Portugal, Grecia y Suecia, sino que además se detecta una regresión inquietante: si en 1992 la productividad española representaba el 94,8% de la media europea, el año 2001 ha bajado al 92%. No puede haber noticia peor para la economía española ni mayor de...

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Las estadísticas de Eurostat sobre la evolución de la productividad en los países de la Unión Europea confirman lo que ya era un secreto a voces: que la economía española está perdiendo el tren de los avances tecnológicos que hacen posible la competitividad de las empresas. España no sólo está a la cola de la productividad europea, junto con Portugal, Grecia y Suecia, sino que además se detecta una regresión inquietante: si en 1992 la productividad española representaba el 94,8% de la media europea, el año 2001 ha bajado al 92%. No puede haber noticia peor para la economía española ni mayor demostración de que España carece de una política tecnológica.

El valor de la producción de un país depende de los recursos que utiliza y de la eficiencia de tales recursos. El PIB español ha crecido utilizando el recurso del empleo, porque de eso tenía potencialmente en abundancia, pero la eficiencia del empleo depende a su vez de la inversión per cápita de las empresas. Precisamente, la eficiencia del empleo y la del capital son las que fallan estrepitosamente en España. Las empresas no hacen inversiones en tecnología que mejoren la productividad del empleo simplemente porque no encuentran incentivos para hacerlo; y la Administración española no sólo disminuye los incentivos públicos a la inversión en tecnología, sino que tampoco apuesta por más capital educativo para los profesionales que acceden al mercado de trabajo.

El resultado de este doble estrangulamiento es el que se ve en las cifras de Eurostat y en otras estadísticas desmoralizadoras: menos productividad, empresas menos competitivas, uno de los parques de ordenadores más bajos de Europa, inversión en I+D en niveles ridículos... A pesar de la retórica de la modernización de la economía y de los grandes planes sobre el acceso a la sociedad de la información que supuestamente prepara el Gobierno español, la cruda realidad es que en España ha aumentado el empleo, pero la productividad se pierde por la parálisis inversora de las empresas y por la desastrosa política tecnológica del Gobierno. Y las economías que tienen futuro son las que son capaces de impulsar al mismo tiempo el empleo y la productividad.

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