Editorial:

Embriones de nada

El Partido Popular, con el apoyo de Unió Democràtica de Catalunya, se ha cerrado en banda a cualquiar reforma legislativa -la última, una proposición no de ley del PSOE- que autorice la investigación biomédica con embriones humanos, en particular sobre el potencial terapéutico de las células madre embrionarias. La razón esgrimida es que una decisión de este tipo debe tomarse con 'argumentos contrastados y no con supuestos de futuro'. Pero la razón de ser de la investigación es siempre ir más allá de lo que se conoce en cada momento para encontrar nuevas respuestas, es decir, actuar sobre 'supu...

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El Partido Popular, con el apoyo de Unió Democràtica de Catalunya, se ha cerrado en banda a cualquiar reforma legislativa -la última, una proposición no de ley del PSOE- que autorice la investigación biomédica con embriones humanos, en particular sobre el potencial terapéutico de las células madre embrionarias. La razón esgrimida es que una decisión de este tipo debe tomarse con 'argumentos contrastados y no con supuestos de futuro'. Pero la razón de ser de la investigación es siempre ir más allá de lo que se conoce en cada momento para encontrar nuevas respuestas, es decir, actuar sobre 'supuestos de futuro'. No tener en cuenta este dato provoca hechos tan preocupantes como la reciente decisión de marcharse de España del científico Bernat Soria, especialista en diabetes, al que la Administración ha llamado a capítulo por sus trabajos sobre células embrionarias destinados a curar esa enfermedad. Soria tendrá en otros lugares la aportunidad que se le niega en España, y los enfermos de diabetes de esos países podrán beneficiarse de los resultados de sus investigaciones.

A partir de 1998 se sabe que las células madre embrionarias que se encuentran dentro de un embrión de unos pocos días, todavía no implantado en el útero de una mujer, tienen propiedades de duplicación virtualmente indefinida y de diferenciación en células de cualquier órgano o tejido, lo que, a juicio de la mayoría de la comunidad científica, les confiere enormes posibilidades terapéuticas para el tratamiento de enfermedades hoy incurables o de órganos irreversiblemente dañados. Es cierto que, por ahora, no es posible estar seguro de que esas potencialidades podrán dominarse y aplicarse a la medicina, pero para eso precisamente se requiere un trabajo de investigación previo. Si no se aborda y se desarrolla con el tiempo y los medios necesarios, será imposible averiguarlo.

El problema de las células madre embrionarias es que deben ser extraídas de embriones de menos de 14 días, cuando son todavía pequeños cúmulos de unas cien células. Los científicos han propuesto que se usen los sobrantes de los tratamientos de fecundación asistida, unos 40.000 sólo en España, que se encuentran congelados en las clínicas especializadas. La Ley de Reproducción Asistida de 1988 establece que dichos embriones deben ser conservados durante cinco años, pero no dice qué se debe hacer con ellos una vez transcurrido ese plazo. Muchas de las parejas progenitoras que han sido localizadas están de acuerdo en que se usen para la investigación sus embriones desechados, pero una actitud inspirada en las directrices de la Iglesia católica impide que se avance en esta línea. Pero no es probable que pueda mantenerse indefinidamente esta prohibición. Hay al menos 6.000 embriones que han sobrepasado ya el plazo de los cinco años de conservación y para los cuales no se vislumbra otro destino que su utilización para fines de investigación médica, sirviendo para el progreso y el bienestar de las personas, o su destrucción, no sirviendo para nada. Y hay mucho en juego como para que no se exploren los indicios de los que hoy ya disponemos.

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