El viñedo de Montilla-Moriles se ha reducido a la mitad en los últimos 20 años

Un estudio económico atribuye la regresión a la falta de productividad

Los viñedos cordobeses de la denominación de origen Montilla-Moriles han perdido la mitad de su superficie en los últimos 20 años, según revela un estudio de Fernando J. Fuentes y Ricardo Veroz, investigadores de la Universidad de Córdoba. El informe, publicado por Analistas Económicos de Andalucía, atribuye esta regresión a la disminución de la demanda y a la baja rentabilidad del cultivo; señala, además, la necesidad de modernizar la producción de vinos y diversificar la oferta de productos.

Las tierras de cultivo de Montilla-Moriles son las más caras de Andalucía. Una hectárea de est...

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Los viñedos cordobeses de la denominación de origen Montilla-Moriles han perdido la mitad de su superficie en los últimos 20 años, según revela un estudio de Fernando J. Fuentes y Ricardo Veroz, investigadores de la Universidad de Córdoba. El informe, publicado por Analistas Económicos de Andalucía, atribuye esta regresión a la disminución de la demanda y a la baja rentabilidad del cultivo; señala, además, la necesidad de modernizar la producción de vinos y diversificar la oferta de productos.

Las tierras de cultivo de Montilla-Moriles son las más caras de Andalucía. Una hectárea de este viñedo cuesta un mínimo de 1,5 millones de pesetas, y puede llegar hasta los 4 millones. Esto no es una ventaja. Según el estudio de Fuentes y Veroz, los viticultores que quieren vencer el tradicional minifundismo lo tienen difícil. Hay poca oferta de compra, gran apego familiar a la propiedad de bienes raíces, y los agricultores no pueden comprar las pocas tierras que se ponen a la venta porque tienen que competir con capitales especulativos que vienen de fuera del sector.

El minifundismo es sólo uno de los factores que reducen la rentabilidad de estos viñedos. Los costes del cultivo son altos, y, a la vez que aumenta la oferta, la demanda ha ido bajando. A esto hay que sumar que, hasta hace dos años, la anterior Organización Común de Mercado (OCM) del vino daba ayudas para primar el arranque de las cepas, y que la Política Agraria Comunitaria incentivaba otros cultivos, en especial el olivar.

En cuestión de precios, el kilo de uva cosechada en Montilla-Moriles se vende a 44 pesetas, muy por debajo de las 100 pesetas que se pagan en la denominación de origen Málaga, y lejos, también, de las 80 pesetas de Jerez. Esto a pesar de que en Córdoba el rendimiento es el más bajo de Andalucía, con sólo 6,8 toneladas de uva por hectárea, frente a las 9,8 toneladas de Jerez.

Los modelos de Montilla-Moriles y de Jerez son muy distintos, y dan idea de los problemas que afectan a los viñedos cordobeses. En Jerez las explotaciones son más extensas, las empresas son mayores y están vinculadas a multinacionales del sector de bebidas alcohólicas. Tienen vocación exportadora, venden en el extranjero el 80% de su producción, y lo comercializan todo embotellado.

En Montilla-Moriles, por el contrario, las empresas son pequeñas y la superficie de los viñedos más reducida. Las empresas son de capital familiar, comprometidas sólo con el negocio del vino, y no con otros alcoholes. Su mercado clave es el nacional, donde venden buena parte de su producción a granel, y sólo exportan el 30% del total.

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Ante esta situación, los viticultores de Montilla-Moriles se disponen a aprovechar las oportunidades que ofrece la nueva OCM del vino para modernizar sus estructuras productivas y diversificar su oferta, acogiéndose a las ayudas que subvencionan hasta el 75% del coste de las reformas. Y como los vinos generosos (de alta graduación, entre 15 y los 23 grados) tienen cada vez menos aceptación en el mercado, el consejo regulador de la denominación de origen ha modificado sus estatutos para incluir nuevas posibilidades: por ejemplo, los tintos.

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