Columna

La Comisión y nosotros

En las últimas semanas, la Comisión Europea nos ha salvado de tres actuaciones contra el mercado por parte de las autoridades españolas. Como la Comisión no puede celebrar sus victorias sobre los gobiernos, porque depende de ellos, tenemos que ser los ciudadanos los que resaltemos sus éxitos en su meritoria función de parar los pies a los gobiernos que actúan contra la competencia. Y ello es especialmente necesario en España, porque la propaganda oficial está empeñada en decir que lo que ha ocurrido, y hemos presenciado, no ha ocurrido.

En el caso Hidrocantábrico, el Gobierno español in...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En las últimas semanas, la Comisión Europea nos ha salvado de tres actuaciones contra el mercado por parte de las autoridades españolas. Como la Comisión no puede celebrar sus victorias sobre los gobiernos, porque depende de ellos, tenemos que ser los ciudadanos los que resaltemos sus éxitos en su meritoria función de parar los pies a los gobiernos que actúan contra la competencia. Y ello es especialmente necesario en España, porque la propaganda oficial está empeñada en decir que lo que ha ocurrido, y hemos presenciado, no ha ocurrido.

En el caso Hidrocantábrico, el Gobierno español intentó suprimir los derechos políticos al accionista mayoritario con arreglo a una ley que aprobó para poder intervenir en estos casos. La Comisión ha reaccionado correctamente: en lo que se refiere al procedimiento, ha advertido a España que no es competente para impedir una fusión transeuropea, que la Comisión es la única competente. En cuanto al fondo, ha recordado que su decisión se basará en criterios de competencia y no en base a los que estableció el Gobierno español.

En segundo lugar, el anuncio del final del expediente de las ayudas de las eléctricas nos recuerda que la Comisión, aunque no pueda presumir de sus triunfos, ha conseguido torcer el brazo del Gobierno español y le ha obligado a derogar la ley que permitía a las eléctricas cobrar por anticipado y sin referencias al precio del mercado, más de un billón de pesetas. Los españoles debemos agradecerle su actuación especialmente cuando hemos visto cómo las eléctricas de California, con el mismo sistema hoy felizmente derogado, subieron el precio de mercado después de llevarse de golpe los llamados CTC.

La tercera y última actuación que debemos celebrar ha sido declarar nulas las vacaciones fiscales vascas y navarras, obligando a deshacer sus actuaciones en contra del mercado y la competencia.

Hay que alegrarse de que la UE nos salve de estos comportamientos, porque favorecen a unos pocos, pero reducen las posibilidades de crecimiento y el bienestar de la mayoría. Pero sería un error creer que la Comisión puede impedir todas las actuaciones contra la competencia que emprendan nuestros gobiernos. Es verdad que los gobiernos de la UE no pueden hacer todo lo que quieran para perjudicar la competencia, pero todavía pueden hacer mucho daño sin que la Comisión tenga poderes suficientes para evitarlo. Por ejemplo, no puede hacer nada contra la Ley del suelo de la Comunidad de Madrid que, al prohibir las subastas, aumentará la corrupción de los municipios. La Comisión se ha apuntado un éxito derogando el sistema de pago por anticipado de los CTC, pero el Gobierno español podrá seguir sin introducir competencia en el mercado de generación eléctrica, sin que la Comisión pueda forzarle. La Comisión no ha podido evitar que, a través de un insólito sistema de privatización, el Gobierno haya impedido que Ence sea dirigida por portugueses. La Comisión tampoco puede obligar al Gobierno español a ampliar la competencia en móviles otorgando licencias adicionales, con lo que aquí seguiremos con menos competencia que otros países.

Además, la propia Comisión no vence siempre en sus contiendas en favor del mercado. Acaba de perder la batalla de la OPA y puede perder la de la acción de oro ante el Tribunal Europeo. Tampoco todos los comisarios europeos son tan liberales como Monti o Bolkestein. Por ejemplo, nuestra compatriota De Palacio prepara una directiva energética que mantiene el poder de los monopolios públicos y privados de cada uno de los países de la UE y seguramente será aprobada por los gobiernos miembros porque, quizá con la excepción británica, ninguno quiere acabar con sus monopolios nacionales. No podemos esperar que la Comisión nos salve siempre. Además de celebrar sus victorias y lamentarnos por la inflación rampante, también los españoles deberíamos hacer algo para impedir las actuaciones gubernativas contra la competencia.

Archivado En