VIOLENCIA DOMÉSTICA

Una niña de 29 meses queda en coma tras una paliza de la madre y su pareja

La pareja detenida llevó a la víctima al hospital alegando que sufría un ataque de epilepsia

La niña se debatía a anoche entre la vida y la muerte en la planta de reanimación del hospital de Basurto. Mientras, su madre, N. N. H., de 20 años, y el novio de ésta, A. A. Z., de 26 y con antecedentes por robo, permanecían en la comisaría de la Ertzaintza en el barrio de Deusto, en Bilbao. Fuentes policiales señalaron que los dos pasarán a disposición judicial hoy cuando se agote el tiempo reglamentario de estancia en comisaría.

Los arrestos se registraron hacia las nueve y media de la noche del jueves después de que los dos supuestos agresores trasladaran a la pequeña a Basurto. All...

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La niña se debatía a anoche entre la vida y la muerte en la planta de reanimación del hospital de Basurto. Mientras, su madre, N. N. H., de 20 años, y el novio de ésta, A. A. Z., de 26 y con antecedentes por robo, permanecían en la comisaría de la Ertzaintza en el barrio de Deusto, en Bilbao. Fuentes policiales señalaron que los dos pasarán a disposición judicial hoy cuando se agote el tiempo reglamentario de estancia en comisaría.

Los arrestos se registraron hacia las nueve y media de la noche del jueves después de que los dos supuestos agresores trasladaran a la pequeña a Basurto. Allí, en el servicio de urgencias de Pediatría, alegaron que la niña había sufrido un ataque epiléptico. Pero cuando el médico de guardia exploró el cuerpo de la criatura y comprobó que presentaba hematomas y sangre en la cabeza y en otras partes de su cuerpo cambiaron las tornas. 'Se montó un revuelo tremendo en la planta. La niña estaba muy mal. Presentaba signos de agresión. La verdad es que se pensó que no salía', relató ayer una fuente del hospital.

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La pequeña fue intervenida quirúrgicamente de un derrame cerebral y curada de sus heridas. Anoche permanecía en la planta de reanimación de Pediatría, donde el personal médico confiaba en su recuperación.

El último capítulo de la trágica historia de la niña comenzó a media tarde del jueves en la pensión Larrínaga de la calle Fernández del Campo de la capital. El establecimiento dispone de cinco habitaciones en las que buscan cobijo toxicómanos e inmigrantes con pocos medios económicos. La propietaria del establecimiento reside en otra pensión situada en la acera de enfrente. En el verano de 1998, la policía autónoma vasca efectuó varias detenciones en la pensión en relación con el tráfico de estupefacientes. Los vecinos del inmueble también han salido a la calle en diversas ocasiones para manifestar sus quejas sobre lo que acontece en la zona. Es ese ambiente, en la habitación número 20, vivía la pareja acusada de malos tratos y la niña. El jueves pasado, como otras muchas veces, según declaró un joven huésped, los incesante sollozos traspasaron las paredes del cuarto. Las patadas, puñetazos y empujones, mayoritariamente por parte del hombre, también parecían ser algo frecuente, según las primeras investigaciones policiales. Ese día, los lloros y los ruidos alertaron más que en otras ocasiones. A la madre de la víctima y a su compañero se les ocurrió decir que la niña sufría un ataque de epilepsia. Aunque no se ha podido confirmar, las primeras versiones apuntan a que fue la propia dueña de la pensión la que pidió una ambulancia por teléfono.

La mabulancia trasladó a la madre, al hombre y a la niña al centro hospitalario. Después, los médicos apreciaron las agresiones en la paciente y dieron aviso a la Ertzaintza, que se presentó en el lugar y arrestó a la pareja.

Ya en la madrugada, agentes de la policía autónoma trasladaron a los detenidos a la pensión por si podían proporcionar algún detalle adicional. El hombre no quiso subir al primer piso donde se ubica el establecimiento y se quedó custodiado en la calle. La madre sí lo hizo. Estaba serena y no pronunció una palabra, según aseguran quienes la vieron. Tampoco dijo nada cuando entró en la habitación número 20 en la que, al menos en el último mes, su hija permanecía encerrada, llorando y gritando, de acuerdo con la declaración de un joven inquilino. En las paredes del cuarto alquilado se apreciaban restos de sangre. En el suelo había restos de vómitos y suciedad.

El servicio de menores de la Diputación de Vizcaya realizaba ayer las gestiones nnecesarias para hacerse cargo de la niña. Hace varios días, otro menor jugaba peligrosamente asomando su cuerpo a la ría de Bilbao mientras sus padres ausentes se inyectaban droga a menos de un metro.

Exterior de la pensión Larrínaga, en Bilbao.F. DOMINGO-ALDAMA

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