Una epidemia en Europa

Una enfermedad que cambió la legislación de la UE

La Unión Europea ha mostrado una evidente diligencia ante una enfermedad que en principio parecía sólo afectar al reino animal. En 1989, tres años después de que se identificara el mal, se dictó la prohibición de exportar desde el Reino Unido a otros Estados miembros de la UE reses vivas nacidas dieciocho meses antes de julio de 1988 o hembras sospechosas de padecer la enfermedad u oficialmente enfermas.Un año más tarde, la UE impuso la obligación de notificar todos los casos de EBB (encefalopatía espongiforme bovina) y amplió el veto a la exportación británica a parte de los bóvidos ya sacrif...

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La Unión Europea ha mostrado una evidente diligencia ante una enfermedad que en principio parecía sólo afectar al reino animal. En 1989, tres años después de que se identificara el mal, se dictó la prohibición de exportar desde el Reino Unido a otros Estados miembros de la UE reses vivas nacidas dieciocho meses antes de julio de 1988 o hembras sospechosas de padecer la enfermedad u oficialmente enfermas.Un año más tarde, la UE impuso la obligación de notificar todos los casos de EBB (encefalopatía espongiforme bovina) y amplió el veto a la exportación británica a parte de los bóvidos ya sacrificados. Incluyó sesos, médula espinal, amígdalas, bazo e intestinos de animales de más de seis meses.

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El embargo total a otros países miembros de la UE y al resto del mundo llegó en 1996, e incluía tanto al ganado bovino como a cualquier producto procedente de esos animales desde el Reino Unido. Este embargo se mantuvo sólo durante dos años y coincidió con una drástica reducción de casos registrados en aquel país.

El levantamiento parcial del embargo, decretado en 1998 y no respetado por Francia, que mantuvo sus puertas cerradas al bovino británico, consistió en permitir en algunos casos la exportación bajo un certificado a los productos procedentes del Irlanda del Norte primero y del resto del país después. Ese mismo año, sin embargo, se decretó la prohibición de la exportación de bóvidos y productos bovinos desde Portugal.

La UE mantiene bajo estrecha vigilancia el asunto. Desde el 1 de enero de 2001, los países miembros deberán aplicar un programa anual monitorizado de muestras animales, consistente en pruebas rápidas posmortem de las reses, y especialmente centrado en animales muertos en granjas y enfermos o con comportamientos extraños.

La última decisión data de hace sólo unos días y ha consistido en retirar de la cadena alimentaria los tejidos de los animales con mayor riesgo de sufrir la encefalopatía, a lo que habría que sumar el cráneo, los tendones, la médula espinal y el ileón (parte del intestino delgado). Esta misma norma se aplicará a partir de abril con la carne importada de países terceros, a menos que antes un informe científico indique que no es necesario. "Francia ha anunciado ahora que quiere reforzar la vigilancia sobre la encefalopatía bovina", decía ayer una fuente de la Comisión. "Pero lo cierto es que las medidas que quieren aplicar allá son las mismas que ya ha previsto la UE en su conjunto".

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