El IVAM reivindica la personalidad múltiple del arquitecto y crítico Alberto Sartoris

El museo valenciano reúne dos muestras con el movimiento moderno como protagonista

Implicado en los principales movimientos de vanguardia de los años veinte y treinta, el ítalo-suizo Alberto Sartoris fue "uno de los arquitectos y críticos más relevantes para el movimiento moderno", como dijo Kosme Barañano, director del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), que inauguró ayer la última exposición de la temporada, dedicada a este complejo personaje que nació y murió con el siglo. La muestra ocupa la sala contigua a la de Frank Lloyd Wright y pone de relieve, por contraste, dos concepciones diferentes de la arquitectura de nuestra época.

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Implicado en los principales movimientos de vanguardia de los años veinte y treinta, el ítalo-suizo Alberto Sartoris fue "uno de los arquitectos y críticos más relevantes para el movimiento moderno", como dijo Kosme Barañano, director del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), que inauguró ayer la última exposición de la temporada, dedicada a este complejo personaje que nació y murió con el siglo. La muestra ocupa la sala contigua a la de Frank Lloyd Wright y pone de relieve, por contraste, dos concepciones diferentes de la arquitectura de nuestra época.

Lo que llama la atención sobre Alberto Sartoris (Turín, 1901- 1998) es la diversidad de su trabajo y la capacidad como divulgador del movimiento moderno. Fue un auténtico ilustrado de nuestro tiempo, que alguien ha calificado como gran publicista de la estética racionalista y del funcionalismo en la arquitectura, pero también del principio de integración en las artes, "en oposición a la línea más dura del racionalismo", según subrayó la comisaria María Isabel Navarro. Defendía una noción autónoma del color, que calificaba como cuarta dimensión, y concebía el boceto como obra de arte. De hecho, fue el único en exponer sus axometrías (perspectivas en tres dimensiones de los volúmenes arquitectónicos) junto a otras obras plásticas, lo que él llamaba architettura di carta.

La muestra antológica, primera después de su muerte, ha sido posible gracias a la colaboración de los Archives de la Donation Sartoris y su viuda, la pintora en activo Carla Prima. Recoge 250 documentos y objetos, algunos inéditos, que reflejan su identidad múltiple como arquitecto, diseñador gráfico, textil y de mobiliario, pintor, crítico del arte y como miembro activo de los movimientos de la vanguardia en los años veinte y treinta.

Autor del primer edificio racionalista de Italia en 1927, estuvo implicado sucesivamente en los congresos internacionales de arquitectura moderna (CIAM); en el apoyo a la vanguardia internacional a través de la Maison des Artistes en La Sarraz (Suiza); en el futurismo, al que se adhirió como independiente, y en los movimientos relacionados con la abstracción en Francia e Italia de 1928 a 1945.

Algunos de sus textos, como el libro manifiesto Gli ellementi dell'architettura funzionale, con prólogo de Le Corbusier, son verdaderos clásicos. Pero la obra de mayor envergadura es su Enciclopedia de la arquitectura moderna, tres volúmenes dedicados, respectivamente, al "orden y clima mediterráneos", nórdicos y norteamericanos, donde vincula las tradiciones culturales y las características de la arquitectura moderna con una riqueza iconográfica que ha sido referente de tratados ulteriores. "Sartoris defendía que la modernidad no era un fenómeno del siglo XX" y "pretendía demostrar una cierta supremacía del Mediterráneo", aclara María Isabel Navarro.

Las exposiciones de Sartoris y Frank Lloyd Wright ocupan salas contiguas del IVAM. El arquitecto turinés mantuvo con el norteamericano "una especie de fuego cruzado a partir de los años cuarenta", como define la relación la comisaria. "Pero", matiza, "no era tanto contra Wright, de quien, aun reconociendo sus logros, siempre pensó que era un arquitecto de pésimo gusto, como contra las corrientes críticas que estaban afianzándose en el panorama internacional tras la Segunda Guerra Mundial".

Sartoris, que realizó no menos de 40 viajes a España y fue asiduo colaborador de la Gaceta del Arte, que dirigía su amigo Eduardo Westerdahl, mantuvo una relación constante con intelectuales, pintores y arquitectos españoles (Sert, Bohigas, Oteiza o Miró, entre otros muchos) hasta su muerte, lo que queda patente en la muestra. Se implicó en la recuperación de las vanguardias de nuestro país y escribió textos fundamentales sobre la cultura y arte españoles.

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