Editorial:

Genética y salud

El uso de la genética con fines terapeúticos ha dado un paso de gigante con la incorporación del Reino Unido a una línea de investigación científica y de praxis médicosanitaria hasta ahora seguida sólo por algunos pequeños países como Islandia, Estonia y Suecia. El proyecto de las autoridades sanitarias británicas prevé la creación de una base de datos genéticos de medio millón de ciudadanos, nacionales e inmigrantes, de entre 40 y 70 años, para relacionarlos estadística y genealógicamente con enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Se trata de utilizar información genética para desarrollar...

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El uso de la genética con fines terapeúticos ha dado un paso de gigante con la incorporación del Reino Unido a una línea de investigación científica y de praxis médicosanitaria hasta ahora seguida sólo por algunos pequeños países como Islandia, Estonia y Suecia. El proyecto de las autoridades sanitarias británicas prevé la creación de una base de datos genéticos de medio millón de ciudadanos, nacionales e inmigrantes, de entre 40 y 70 años, para relacionarlos estadística y genealógicamente con enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Se trata de utilizar información genética para desarrollar medicamentos para prevenir y curar esas enfermedades.Cualquier utilizacion de datos personales -y con mayor motivo si son tan íntimos como los genéticos- plantea serios problemas legales y éticos. Incluso si el fin es tan loable como mejorar la salud de las personas, es obligado garantizar la privacidad de esos datos y evitar implicaciones mercantilistas contrarias a la declaración sobre el genoma humano y su utilización elaborada por la Unesco en diciembre de 1998. En el caso de Islandia, la polémica no ha cesado desde que, hace más de un año, el Parlamento acordó ceder a una multinacional, en contra de la opinión de los estamentos médico y farmaceútico del país, la información genética de los 270.000 habitantes de la isla.

El proyecto de las autoridades británicas es más prudente y garantista y, por tanto, menos sujeto a interpretaciones polémicas. El banco de datos genéticos que se prevé crear estará en manos de organismos públicos de investigación y su participación en él será voluntaria. Son garantías básicas, pero tal vez insuficientes para asegurar la privacidad y evitar el posible mercadeo con los derechos sobre la información generada. El camino iniciado en el uso de información genética al servicio de objetivos de salud no carece ciertamente de riesgos. Pero no hay razones de peso para no proseguirlo si se actúa con la cautela exigible.

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