Bélgica sorprende en su nuevo papel de abanderado de los derechos humanos

Primero con la petición de extradición del exdictador chileno y ahora abanderando las sanciones bilaterales de los demás países de la Unión Europea (UE) contra Viena por la presencia en el poder del partido ultraderechista de Jörg Haider. En apenas un mes, Bélgica ha cambiado su política exterior, hasta ahora sin brillo y sin protagonismo, y le ha dado un giro notable para enfatizar la importancia que para la nueva coalición de centro-izquierda tiene la defensa de los derechos humanos.

Sin embargo, este cambio es examinado por muchos analistas en clave doméstica: frenar el auge de la ...

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Primero con la petición de extradición del exdictador chileno y ahora abanderando las sanciones bilaterales de los demás países de la Unión Europea (UE) contra Viena por la presencia en el poder del partido ultraderechista de Jörg Haider. En apenas un mes, Bélgica ha cambiado su política exterior, hasta ahora sin brillo y sin protagonismo, y le ha dado un giro notable para enfatizar la importancia que para la nueva coalición de centro-izquierda tiene la defensa de los derechos humanos.

Sin embargo, este cambio es examinado por muchos analistas en clave doméstica: frenar el auge de la extrema derecha en Flandes. "La llegada del nuevo Gobierno ha tenido como efecto inmediato poner más acento en los derechos humanos y en la defensa de los valores humanos en general como ha mostrado nuestra actitud en los casos Pinochet y Austria", afirma Koen Vervaeke, portavoz del viceprimer ministro y titular de Asuntos Exteriores, Louis Michel. Éste liberal francófono ha sido el más lanzado en las críticas oficiales por la presencia de la extrema derecha en el Gobierno austriaco. Los flamencos le acusan de ir demasiado lejos en sus manifestaciones, "porque de lo que se trata es de aislar a los líderes y no al pueblo austriaco", según el ministro presidente de Flandes, Patrick Dewael.Integrado por liberales, socialistas y ecologistas (éstos participan por primera vez en el Ejecutivo), el actual Gobierno, presidido por el liberal flamenco Guy Verhofstadt, surgió después de las elecciones del pasado junio que representaron una hecatombe para los democristianos del ex primer ministro Jean-Luc Dehaene, como consecuencia del impacto negativo que en la población tuvieron los escándalos de corrupción, pedofilia y contaminación de alimentos. Los democristianos fueron los más castigados por la caída hasta mínimos de la credibilidad de la clase política nacional y apartados del poder por primera vez desde los años cincuenta.

Bélgica fue el primer país de la UE en criticar la llegada de la extrema derecha austriaca al poder: "Es demasiado simplista decir que hay que mantener a toda costa a Austria en Europa. Podemos vivir muy bien sin ellos. No la necesitamos", confesaba la semana pasada el viceprimer ministro Michel apenas 72 horas después de que los 14 Gobiernos comunitarios anunciaran que impondrían a Viena sanciones bilaterales. Con su lenguaje demasiado franco, el responsable de Exteriores sugirió la idea de retirar al embajador belga de Austria e invitó a los otros socios europeos a hacer lo mismo. Su portavoz dijo ayer a este diario que esta medida aún no ha sido tomada y que, en todo caso, será puesta en marcha en concertación con los demás países. Lo que sí ha hecho Bélgica es cancelar un contrato de venta de ambulancias militares austriacas.

Separatistas flamencos

Tanto los analistas como el propio Gobierno admiten que detrás de esta conducta más progresista se esconde la voluntad de poner freno al auge del Vlaams Blok, el separatista partido flamenco de ultraderecha que con su programa contra la inmigración y a favor del endurecimiento de la lucha contra el crimen está creciendo imparablemente en la región de Flandes. "Queremos que no suceda como en Austria, donde el cordón sanitario contra el partido de Haider se ha roto", comenta un portavoz del Gobierno. Una prueba de fuego estará en las elecciones regionales del próximo octubre. El Vlaams Blok piensa que si Haider pudo, también podrán ellos.

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