Crítica:- "GALILEO GALILEI"

Los insomnes

Por la época de esta obra aún duraba la guerra de España y se veía llegar la otra: ya estaba Hitler persiguiendo a los judíos, y Brecht lo era. Su teatro no era inocuo. Creía en unas verdades, o en una verdad muy propia, donde se mezclaban varias doctrinas: el marxismo, el antirracismo, el derecho a la alimentación y al abrigo, y a la instrucción y la expresión. Huyendo fue a parar a los Estados Unidos, tierra de la libertad como se decía, y allí cayó en manos del Comité de Actividades Norteamericanas, como algún otro compañero de exilio -Wilhelm Reich, que murió en la cárcel-, y, cuando volvi...

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Por la época de esta obra aún duraba la guerra de España y se veía llegar la otra: ya estaba Hitler persiguiendo a los judíos, y Brecht lo era. Su teatro no era inocuo. Creía en unas verdades, o en una verdad muy propia, donde se mezclaban varias doctrinas: el marxismo, el antirracismo, el derecho a la alimentación y al abrigo, y a la instrucción y la expresión. Huyendo fue a parar a los Estados Unidos, tierra de la libertad como se decía, y allí cayó en manos del Comité de Actividades Norteamericanas, como algún otro compañero de exilio -Wilhelm Reich, que murió en la cárcel-, y, cuando volvió a Alemania del Este, la acumulación de verdades le hizo ver el comunismo como otra pérdida.

Está bien que se le rinda homenaje en su centenario, que se cumplió hace dos años; y esta obra es uno de sus monumentos, didáctica como él creía que debía ser el arte, irónica, a veces lírica, siempre humana. También Galileo había creído en sus verdades, muchas aprendidas de otros -"los insomnes", les llamaba Koestler, otro hombre de verdades y descreencias, porque miraban por la noche el cielo: Kepler, Copérnico, Newton-; hasta el punto de que tuvo que abjurar públicamente de ellas para no morir en la hoguera, como, unos años antes, había quemado la Iglesia a Giordano Bruno para poder seguir estudiando.

Hasta ahora no le ha pedido perdón la Iglesia. Creo que muchos de los que tienen la manía de su verdad -la general no existe- no han perdonado a la Iglesia.

Excelente versión

Santiago Sánchez ha dirigido esta versión escénica, sobre la excelente traducción de Miguel Sáez, con alguna señal de actualidad -"¡Florencia va bien!"- que no se pierde, ha incorporado ligeramente algunos temas del "distanciamiento" de Brecht -algunas canciones, muchas máscaras- y ha encomendado a Vicente Cuesta, cuyas verdades siempre fueron próximas a las de Bertolt Brecht, el papel de Galileo, con una compañía que dobla papeles para poder cumplir el largo reparto.

El público arreció sus aplausos cuando quedó sólo en escena el ejemplar de la obra de Brecht.

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