El imprescindible Picasso

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A partir de 1914, el gusto de Schukin como coleccionista estaba maduro para apreciar el arte de Matisse y de Picasso. Los cuadros del gran pintor español entraron a formar parte de la colección del comerciante ruso casi por accidente. Los amigos de Schukin le advirtieron de que una colección de arte sin picassos era una colección incompleta, y el coleccionista tomó buena nota adquiriendo en poco tiempo más de medio centenar de obras del pintor malagueño. En la sala de las Escuderías Papales se pueden admirar Bebedora de absenta, Niño con perro y La tienda fantástica, parte del escenario para el ballet de Manuel de Falla.Las obras aportadas por Iván Morozov a la pinacoteca de San Petersburgo son de menor impacto, aunque también de gran valor. Morozov era un coleccionista metódico que no perseguía estrellas deslumbrantes. Poco a poco fue adquiriendo algunos de los más hermosos paisajes de los artistas franceses: Sisley, Monet (Pequeño lago de Montgeron, Puente de Waterloo), Degas y Renoir. De Pierre Bonnard adquiere 30 obras, una parte de ellas se expone en Roma.

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