El Ramón y Cajal condiciona el trasplante a un indigente a su "mejora sociolaboral"

La dirección del hospital defiende que se establezcan prioridades para estas operaciones

En el corazón de Abdelhak Chaib Mohamed late un problema. A sus 52 años y tras una larga serie infartos, la unidad de Arritmias del hospital Ramón y Cajal le diagnosticó una grave cardiopatía crónica. Una conclusión, dictada en junio de 1998, a la que cuatro médicos añadieron, de una sola frase, la punzada que realmente le duele a este indigente saharaui: "Se puede plantear la posibilidad de trasplante cardiaco si mejorase su situación socio-laboral". Esta condición es considerada inaceptable por la coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes, Blanca Miranda: "Ése no es un criterio...

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En el corazón de Abdelhak Chaib Mohamed late un problema. A sus 52 años y tras una larga serie infartos, la unidad de Arritmias del hospital Ramón y Cajal le diagnosticó una grave cardiopatía crónica. Una conclusión, dictada en junio de 1998, a la que cuatro médicos añadieron, de una sola frase, la punzada que realmente le duele a este indigente saharaui: "Se puede plantear la posibilidad de trasplante cardiaco si mejorase su situación socio-laboral". Esta condición es considerada inaceptable por la coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes, Blanca Miranda: "Ése no es un criterio médico, aparte de que el Ramón y Cajal no esté facultado para decidir sobre trasplantes". El hospital, sin embargo, alega que el trasplante es un "bien escaso" en el que hay que aplicar "prioridades".

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Abdelhak no quiere cambiar de corazón. Pero pide que le aclaren si necesita otro. Entretanto, prefiere no buscar culpables y se contenta pensando que los médicos han cumplido con su deber. "Alguna norma habrá que les ordene hacer eso, porque ellos no me discriminan: en urgencias me atienden muy bien y, la verdad, en otro país peor ya me habría muerto", explica.Fumador empedernido, este indigente arrastra un historial que, junto a un coma de 27 días, habla de aneurisma ventricular, arterioesclerosis coronaria, cateterismo y numerosos ingresos por insuficiencia cardiaca; primero en el Sahara, luego en Melilla y Málaga, y desde el año pasado en Madrid.

En la capital fue atendido al principio por la Cruz Roja. Pero el 6 de junio de 1998, a raíz de un ataque de tos, disnea y fiebre, ingresó en el Ramón y Cajal. Seis días permaneció en el hospital. Al recibir el alta, la unidad de Arritmias le diagnosticó "cardiopatía isquémica crónica con disfunción contráctil severa". Una dolencia grave ante cuyo posible empeoramiento, los cuatro médicos que suscribieron el informe señalaron: "Se puede plantear por su cardiólogo de zona la posibilidad de trasplante cardiaco si mejorase su situación socio-laboral".

"Un bien escaso"

Un año después de ese informe, el hospital Ramón y Cajal se mantiene firme en su opinión. Así, el subdirector médico, José Perales, aunque reconoce que en su centro "no es habitual" supeditar los trasplantes a la "mejora de la situación socio-laboral" del paciente, tampoco rechaza tal afirmación."En todos los trasplantes se contemplan las circunstancias generales del paciente y entre ellas figura la situación socio-laboral. Un trasplante implica una baja de meses y largos tratamientos con inmunosupresores que requieren de un entorno que apoye al paciente, de una residencia fija. Hay que establecer prioridades para los trasplantes, porque son un bien escaso, con un tratamiento muy difícil", afirma Perales, antes de entrar en matizaciones.

"En ningún momento hemos dicho que Abdelhak deba ser objeto de un trasplante, sino que, en el caso de que se plantee esa posibilidad por su cardiólogo de zona, que somos nosotros, se debería atender a esa circunstancia. Fue quizá un exceso de celo, un intento de abarcar todas las circunstancias lo que derivó en esa frase. Quizá hubiese sido más correcto poner situación social que laboral", explica.

El subdirector médico recuerda asimismo que el paciente, pese a carecer de Seguridad Social, fue atendido con posterioridad al citado diagnóstico y que jamás se le ha discriminado. "Hemos hecho todo lo que se puede hacer aquí y estamos dispuestos a seguir haciéndolo", remacha.

"Pero, bueno ¿cómo se puede imponer semejante condición?". La coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes, Blanca Miranda, considera "desafortunada" la actuación del hospital Ramón y Cajal. Miranda basa su rechazó en que los "motivos socio-laborales" jamás pueden esgrimirse para condicionar un trasplante. "Si un paciente tiene un problema económico o social, se lo arregla la Seguridad Social, pero jamás se le puede discriminar. Ése no es un comportamiento ni un criterio médico", afirmó.

En esta línea, la coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes recalcó que el hospital Ramón y Cajal no está facultado para dar indicaciones sobre trasplantes. "Eso lo decide una unidad de trasplantes. Es una operación muy compleja cuyo tratamiento y seguimiento dura toda la vida. Nosotros hemos practicado trasplantes a inmigrantes ilegales y se les ha dado cobertura completa", concluye Miranda.

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