La mala uva de la patata

Por el aspecto que ofrecía ayer la céntrica plaza de la Virgen Blanca a las doce del mediodía nadie hubiera podido decir que el precio de la patata está por los suelos. Insultos y hasta codazos se presenciaron entre las decenas de vitorianos que se acercaron atraídos por el reclamo de los agricultores: el reparto gratuito de 5.000 kilos de patatas perfectamente envasadas en bolsas de dos kilos.Justo todo lo contrario de lo que ocurre con la hermana rica del tubérculo en la provincia de Álava, la uva. La vendimia ya ha terminado en algunos pueblos del sur de la Rioja Alavesa y las primeras cose...

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Por el aspecto que ofrecía ayer la céntrica plaza de la Virgen Blanca a las doce del mediodía nadie hubiera podido decir que el precio de la patata está por los suelos. Insultos y hasta codazos se presenciaron entre las decenas de vitorianos que se acercaron atraídos por el reclamo de los agricultores: el reparto gratuito de 5.000 kilos de patatas perfectamente envasadas en bolsas de dos kilos.Justo todo lo contrario de lo que ocurre con la hermana rica del tubérculo en la provincia de Álava, la uva. La vendimia ya ha terminado en algunos pueblos del sur de la Rioja Alavesa y las primeras cosechas se están vendiendo a casi 350 pesetas el kilo. Algunas bodegas han llegado a pagar hasta 420 pesetas.

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de España (COAG)trataba de criticar con el reparto de patatas el bajo precio del tubérculo en el mercado. En la actualidad, a un agricultor le cuesta 15 pesetas producir un kilo; lo vende por diez y al consumidor le cuesta 50 pesetas cuando lo adquiere en la tienda. "¿Dónde se quedan esas 40 pesetas de margen que se pierden por el camino?", espetaba un agricultor.

La reivindicación tuvo eco, al menos entre la multitud de jubilados y amas de casa que se presentaron solícitos con sus bolsas y hasta con los carritos de la compra. Una hora antes del reparto empezaron a agolparse en torno al remolque que contenía las cinco toneladas. Tras la rueda de prensa que ofreció el coordinador de la COAG, José Manuel de las Heras, nadie les pudo contener. Las primeras bolsas les cayeron encima de la cabeza, pero ni por ésas se apartaron. "Había que denunciar a esa señora. Le he visto meterse en el carro de la compra ocho bolsas", refunfuñaba muy indignado un jubilado.

"No es un acto folclórico. Es un acto de dignidad", clamaba el responsable de la COAG. "Por favor, cuando les den su bolsa entreguen un donativo. Es para Cáritas", recordaba. Todo fue en vano. Nada más recibir el regalo, los ciudadanos se daban la vuelta por el lado contrario del remolque al que estaba instalada la hucha. Con este panorama, uno de los organizadores decidió meterse con la hucha en el torbellino de demandantes. Se quedó sólo. Veinte minutos después de comenzar la distribución ya no quedaba ni una bolsa.

Como medidas inmediatas para paliar la crisis en el sector, los agricultores exigen ayudas directas, paralización de las importaciones y el doble etiquetado para el control de los márgenes de ganancias que tienen los comerciantes. La creación de un fondo de compensación que cubra los costes de producción es otra de las propuestas. En la actualidad, más de 600 agricultores alaveses destinan cerca de 3.000 hectáreas a la patata de consumo y otras mil a la de siembra. Álava acapara el 25% de la producción estatal de patata de siembra.

"Espero que esta acción haya servido para algo", comentaba resignado el dirigente de la COAG tras el tumulto y después de ver como el último vitoriano se llevaba su bolsa a casa.

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