Tusquets critica la pretensión de los arquitectos de "ser definitivos"

Oscar Tusquets (1941), premio nacional de diseño, criticó ayer a sus colegas que, en nombre de la modernidad, realizan intervenciones en cascos históricos o en paisajes de especial valor con la pretensión de "ser definitivos, como si después de ellos no fuese a existir nada". Tusquets participó en el curso Arquitectura de ruptura en ámbitos históricos, de la Universidad Complutense en El Escorial, y coincidió con el arquitecto madrileño Manuel de las Casas en rechazar el concepto de ruptura. "No creo que tenga que haber ruptura", afirmó Tusquets. "Lo que a mí me excita es la memoria, para resp...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Oscar Tusquets (1941), premio nacional de diseño, criticó ayer a sus colegas que, en nombre de la modernidad, realizan intervenciones en cascos históricos o en paisajes de especial valor con la pretensión de "ser definitivos, como si después de ellos no fuese a existir nada". Tusquets participó en el curso Arquitectura de ruptura en ámbitos históricos, de la Universidad Complutense en El Escorial, y coincidió con el arquitecto madrileño Manuel de las Casas en rechazar el concepto de ruptura. "No creo que tenga que haber ruptura", afirmó Tusquets. "Lo que a mí me excita es la memoria, para respetarla o para pervertirla". De las Casas señaló: "Siempre se trabaja a favor de la historia porque somos una pieza más en ella. Lo que hay que buscar es un equilibrio lógico y razonable, digamos ecológico".Tusquets no defraudó a quienes siempre esperan de él opiniones contundentes. "Al hablar de arquitectura", dijo, "se menciona lo artístico y todo eso, pero las ordenanzas son un factor a menudo negativo. Si la ley dice que en todo el Pirineo no se puede utilizar más que piedra y pizarra, no protege contra la falta de respeto que supone una serie de edificios pareados, o adosados, o lo que sea, con sólo piedra y pizarra, que surgen en medio de ese entorno que se quiere proteger y que dan repugnancia".

"Me lo temía", suspiró al ser instado a hablar de La Pagoda, el edificio de Fisac recientemente derribado sin que el Ayuntamiento de Madrid lo impidiese. "No me parece una obra de primer orden, pero sí curiosa", expuso. "Pero la clave está en si figuraba en un catálogo de edificios a proteger. Si no figuraba, es seguramente un error, pero de nada vale discutir a toro pasado". Sobre el Guggenheim, señaló: "A los arquitectos nos ha hecho un gran favor. Ha demostrado que una ciudad puede gastarse 22.000 millones de pesetas y que, tras un solo año, se vea que no ha sido un despilfarro, sino una buena inversión".

Relató, con diapositivas y con el ardor de quien cuenta una aventura, dos intervenciones urbanísticas en las que anda metido: la restauración del Palau de la Música en Barcelona y el proyecto de un Palacio de Congresos en Segovia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En