Móviles y parabólicas, pese al clero iraní

El clero iraní nunca ha sido muy amigo de las nuevas tecnologías. Ya hace 50 años ponía reparos a los primeros receptores de radio que llegaron al país y la televisión no entró en su feudo de la ciudad sagrada de Qom hasta después de la Revolución Islámica de 1979. Ahora que ya no pueden impedir el avance de parabólicas, ordenadores o móviles, han decidido subirse al carro, pero con mucha cautela. Durante los recientes disturbios estudiantiles, las autoridades iraníes ordenaron la desconexión del servicio de telefonía móvil. Aunque no se dio una explicación oficial, la prensa cercana a los co...

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El clero iraní nunca ha sido muy amigo de las nuevas tecnologías. Ya hace 50 años ponía reparos a los primeros receptores de radio que llegaron al país y la televisión no entró en su feudo de la ciudad sagrada de Qom hasta después de la Revolución Islámica de 1979. Ahora que ya no pueden impedir el avance de parabólicas, ordenadores o móviles, han decidido subirse al carro, pero con mucha cautela. Durante los recientes disturbios estudiantiles, las autoridades iraníes ordenaron la desconexión del servicio de telefonía móvil. Aunque no se dio una explicación oficial, la prensa cercana a los conservadores denunció su utilización por los manifestantes para coordinarse. Se estima que 250.000 usuarios se vieron afectados por la medida, una cifra récord de abonados para un país donde esos artilugios hace menos de un año que han empezado a generalizarse y aún resultan extremadamente caros. Los ordenadores empiezan a ser habituales en empresas privadas y oficinas públicas, e incluso los piadosos clérigos de Qom han puesto en marcha un proceso de informatización de sus fondos. La conexión a Internet es otra cosa. El eventual acceso a contenidos prohibidos en la República Islámica hace que los proveedores del servicio sean muy cautos. "Hay que firmar un documento comprometiéndose a respetar las reglas", relata un abonado, "pero lo peor son las líneas, pocas y muy malas; uno se desespera ante la pantalla". No parece que haya planes de llevar Internet a escuelas y universidades. El salto podría ser traumático cuando hasta los vídeos de dibujos animados utilizados en las facultades de lenguas extranjeras son objeto de censura previa. Las parabólicas llevan un año en el limbo legal. Prohibidas durante tres años, su regulación está ahora pendiente del Parlamento. Entre tanto, los iraníes, y muy en especial los jóvenes, siguen prefiriendo los canales extranjeros a su tediosa televisión nacional. Incluso en las oficinas gubernamentales y en los despachos de los altos funcionarios están conectadas las cadenas vía satélite.

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