Carlos Bardem debuta con una novela que viaja al siglo XVII

Muertes ejemplares (Ediciones Destino), la novela de Carlos Bardem (Madrid, 1963) que logró una mención especial del jurado del Premio Nadal 1999, viaja de la mente de un estudiante universitario del siglo XX a la de un soldado español en pleno Flandes. "No es la historia de un pícaro, es un soldado, un matarife, un hombre en una época fascinante", afirma el escritor sobre uno de los dos personajes principales de su novela, una historia llena de sucesos en la que contrasta el pasado y su mundo de batallas y magia con el mundo de la noche del presente, en la que se mueve el estudiante ob...

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Muertes ejemplares (Ediciones Destino), la novela de Carlos Bardem (Madrid, 1963) que logró una mención especial del jurado del Premio Nadal 1999, viaja de la mente de un estudiante universitario del siglo XX a la de un soldado español en pleno Flandes. "No es la historia de un pícaro, es un soldado, un matarife, un hombre en una época fascinante", afirma el escritor sobre uno de los dos personajes principales de su novela, una historia llena de sucesos en la que contrasta el pasado y su mundo de batallas y magia con el mundo de la noche del presente, en la que se mueve el estudiante obsesionado por el episodio de la historia en que vivió aquel soldado. "Creo que además de documentar la novela, porque soy un apasionado de la historia, también he trabajado a fondo el contraste entre los lenguajes", explica el escritor, hermano del actor Javier Bardem y que también es, ocasionalmente, actor.Junto a Muertes ejemplares, de Carlos Bardem, Ediciones Destino ha presentado el libro del vallisoletano Alejandro Cuevas, de 26 años, La vida no es un auto sacramental. Una novela narrada en primera persona y que también logró una mención especial del Premio Nadal de este año. Según Cuevas, cuyo primer libro se tituló Comida para perros, su segunda novela pretende ser el retrato de una época, la actual, desde el humor, "mi humor", matiza el escritor. El año sabático de un joven y la perspectiva que surge de la realidad, desde el ritmo que el tiempo toma en relación al aburrimiento y al no tener nada que hacer, centra la actividad del personaje principal de la novela La vida no es un auto sacramental. "En mi libro pesan más los sentimientos que los datos, no se trata de una novela costumbrista", aclara el joven autor, para quien su narración (que evita "las palabras que sobran") presenta a un personaje que critica todo y que dice que la sociedad "apesta, para finalmente darse cuenta de que él también forma parte de esa sociedad de la que reniega".

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