Editorial:

Acuerdo provisional

LA CRISIS en el Gobierno alemán introduce precisamente serias incertidumbres en el acuerdo alcanzado en la madrugada de ayer por los ministros de Agricultura en Bruselas. Si este acuerdo de principio fuera ratificado en la Cumbre de Berlín, los próximos días 24 y 25, Loyola de Palacio podría sentirse muy satisfecha, porque salvaguarda los intereses españoles. Logra algunas ventajas y acepta compartir con todos algunos sacrificios. La ministra ha consolidado lo pactado con sus homólogos el 25 de febrero y que los jefes de Estado y de Gobierno echaron abajo en su reunión de Petersberg al día sig...

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LA CRISIS en el Gobierno alemán introduce precisamente serias incertidumbres en el acuerdo alcanzado en la madrugada de ayer por los ministros de Agricultura en Bruselas. Si este acuerdo de principio fuera ratificado en la Cumbre de Berlín, los próximos días 24 y 25, Loyola de Palacio podría sentirse muy satisfecha, porque salvaguarda los intereses españoles. Logra algunas ventajas y acepta compartir con todos algunos sacrificios. La ministra ha consolidado lo pactado con sus homólogos el 25 de febrero y que los jefes de Estado y de Gobierno echaron abajo en su reunión de Petersberg al día siguiente. Sin minusvalorar lo logrado, el acuerdo debe ser tomado con cautela, aparte de la crsis alemana, porque el Consejo Europeo podría atreverse a ajustarlo a la baja, ya que no logra la reducción en los gastos agrícolas que pretendía Alemania para acortar su contribución neta a la UE. Por el contrario, supone 7.000 millones de euros más de lo actual y Bonn pretendía congelar estos gastos en 40.500 millones de euros.Otro motivo para la cautela es que la Agenda 2000 es un paquete en el que la agricultura es importante, pero quizá no lo más importante. Es de esperar que este acuerdo "equilibrado y justo", como De Palacio lo ha calificado, no merme las posibilidades españolas de lograr un buen resultado en el capítulo de los fondos estructurales y del Fondo de Cohesión, de los que España saca más que de la Política Agrícola Común (PAC). En lo que interesa a España, se ha deshecho la injusticia de que un país que importa productos lácteos tuviera una cuota de producción de leche inferior a su consumo, lo que provocaba carísimas multas cada vez que sobrepasaba su límite. Las 550.000 toneladas más en los próximos dos años supondrán un verdadero respiro. España también logra ventajas en la producción de vacuno -100.000 reses más- y del aumento en la superficie de cereales y de vino. El gran perjudicado es el girasol, cuyos subsidios se verán recortados en una cuarta parte en tres años. La reforma prepactada de la PAC es una de las mayores hasta la fecha, aunque sea menos radical que la planteada inicialmente y sus medidas principales se aplacen: reducción en un 20% en el precio garantizado de los cereales en dos años; los de la leche, en un 15%, pero con una demora de tres años, etcétera. Los precios agrícolas europeos se van acercando a los mundiales, en beneficio de unos consumidores olvidados frente a los productores, que saben organizar sus protestas. Pero habrá que ver si todo ello es posible con el sustituto de Lafontaine.

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