Cartas al director

Voluntarios en Colombia

Día 25 de enero de 1999, 1.20 (hora de Colombia). El año comienza con una catástrofe en uno de los países más pobres del mundo. Un terremoto afecta a un millar de familias y destroza gran parte del país. A casi dos meses de la catástrofe y cuando muchos de nosotros ni siquiera recordamos cuándo sucedió, los 250 voluntarios jóvenes de Movimientos de Niños por la Paz siguen trabajando para adelantar el programa de recuperación psicoafectiva para los miles de niños que quedaron afectados por el terremoto. Estos jóvenes voluntarios de la Cruz Roja, capacitados por Unicef, hacen frente a situacione...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Día 25 de enero de 1999, 1.20 (hora de Colombia). El año comienza con una catástrofe en uno de los países más pobres del mundo. Un terremoto afecta a un millar de familias y destroza gran parte del país. A casi dos meses de la catástrofe y cuando muchos de nosotros ni siquiera recordamos cuándo sucedió, los 250 voluntarios jóvenes de Movimientos de Niños por la Paz siguen trabajando para adelantar el programa de recuperación psicoafectiva para los miles de niños que quedaron afectados por el terremoto. Estos jóvenes voluntarios de la Cruz Roja, capacitados por Unicef, hacen frente a situaciones tan complicadas como niños que han visto morir a familiares enterrados entre los escombros, niños que ni siquiera pueden mencionar una palabra a raíz del enorme choque sufrido.Judy Paola Becerra, de 11 años, asegura que ella no va a volver a estudiar, porque el mundo se acaba en el 2000, según pudo leer en un libro rojo que tenía su abuelita y en el que hay culebras, dragones y leones. Juan Esteban, de nueve años, piensa que "fue la naturaleza la que provocó el terremoto para castigar al hombre, porque el hombre atropella a la naturaleza, y entonces la naturaleza también atropella al hombre". Todas estas ideas nacen de las creencias populares que oyen a los adultos, es un temor infundado que les causa angustia y tristeza.

Con el trabajo realizado por los voluntarios se puede advertir otro semblante en el rostro de los niños. Muchos programas de capacitación llevados a cabo en las zonas afectadas posibilitaron recobrar la alegría, las ganas de participar en actividades donde cuentan sus experiencias, revivir su historia, contar cómo habían vivido el terremoto, conocer a compañeros, algunos de ellos incluso vecinos que ni siquiera conocían, acercar a los más afectados para ser remitidos a especialistas; todo ello gracias a la labor continuada de voluntarios y organizaciones no gubernamentales.

Colombia sigue en situación de emergencia. No lo olvidemos. La transformación que queremos para el planeta será el resultado de una labor constante y tenaz, que perdure, no de impulsos puntuales.- . Comité de Unicef del País Vasco.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En