El funeral laico de Joan Brossa se convierte en su último poema visual

Medio millar de personas despidieron al creador vanguardista

Fue un funeral lleno de magia. Seguramente a él le hubiera gustado. El adiós a Joan Brossa, el jueves en el cementerio barcelonés de Collserola, se convirtió en su último poema visual. En la ceremonia laica hubo poesía y música, y una primera fila vacía. Ésa fue la voluntad del poeta, nada proclive al protocolo. Sólo unas rosas descansaban encima de las sillas vacías situadas ante un sencillo ataúd. Tras la despedida, a la que acudieron medio millar de personas -la mayoría del mundo de la cultura-, Brossa fue incinerado.

El homenaje al poeta, fallecido el miércoles a los 79 años, tras s...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Fue un funeral lleno de magia. Seguramente a él le hubiera gustado. El adiós a Joan Brossa, el jueves en el cementerio barcelonés de Collserola, se convirtió en su último poema visual. En la ceremonia laica hubo poesía y música, y una primera fila vacía. Ésa fue la voluntad del poeta, nada proclive al protocolo. Sólo unas rosas descansaban encima de las sillas vacías situadas ante un sencillo ataúd. Tras la despedida, a la que acudieron medio millar de personas -la mayoría del mundo de la cultura-, Brossa fue incinerado.

El homenaje al poeta, fallecido el miércoles a los 79 años, tras sufrir dos días antes en su casa una caída fatal que le ocasionó graves lesiones cerebrales, comenzó con música. Abrió el funeral la Sinfonía en mi bemol de Josep Maria Mestres Quadreny, compositor que había trabajado con Joan Brossa en diversas obras musicales, entre ellas la ópera Cap de Mirà, con argumento del poeta y decorados del pintor Antoni Tàpies, que no ha llegado a estrenarse. A continuación, sonó Tocaricotacatá, de Carles Santos, colaborador asimismo del artista. Los dos músicos, amigos de Brossa, estaban en la sala mientras sonaban sus composiciones.Después de la música el acto se llenó de poesía. La actriz Núria Candela, de quien el poeta solía decir que recitaba sus poemas mejor que él mismo, leyó algunos versos de Brossa. Con emoción y protegida tras unas gafas oscuras, Candela leyó una decena de poemas, algunos de ellos inéditos, pertenecientes al libro Sumari astral, que se publicará este mismo mes, y La memoria encesa, las dos obras en las que Brossa estuvo trabajando en los últimos meses. En el recordatorio de la muerte del artista está escrito un fragmento de otro poema de Sumari astral que concluye: "Siguiendo los pasos del pensamiento, más allá de las apariencias, hoy sólo presto atención a formas triangulares".

Fila cero

En la fila cero, destinada habitualmente a las autoridades, no se sentó nadie por deseo de Brossa. En la hilera siguiente, la mujer del poeta, Pepa Llopis, y otros familiares. Más atrás sí hubo políticos. Entre ellos, los consejeros de la Presidencia y Cultura de la Generalitat catalana, Xavier Trias y Joan Maria Pujals, respectivamente; el alcalde de Barcelona, Joan Clos; el candidato socialista a presidir la Generalitat, Pasqual Maragall, y el ex ministro Jordi Solé Tura. También acudieron a la despedida de Brossa intelectuales y artistas, entre ellos los pintores Antoni Tàpies y Modest Cuixart -fundadores, junto con él y otros creadores, del movimiento pictórico vanguardista Dau al Set-, Josep Guinovart, Joan Hernández Pijoan, Joan Pere Viladecans y Perejaume; el arquitecto Oriol Bohigas, y los cineastas Bigas Luna, Manuel Huerga y Pere Portabella.

Pero el colectivo más numeroso fue el de dramaturgos, actores y músicos. Entre los representantes de la farándula, tan amada por Brossa, estaban Joan Manuel Serrat, Lluís Pasqual, Joan Font, Herman Bonnin, Rosa Novell y Carme Sansa.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En