Un juez ordena secuestrar en Zaragoza un libro para niños de Fernando Lalana

El titular del juzgado número 20 de Madrid ha ordenado secuestrar en Zaragoza y su provincia la edición del libro El tiovivo búlgaro, del que son autores José María Almárcegui y Fernando Lalana por las coincidencias de uno de sus personajes con el presidente de los anticuarios zaragozanos que se llama de la misma forma. El juez admitió la demanda presentada por el anticuario por injurias graves con publicidad y determinó el secuestro como medida cautelar. Además, ha citado a sus autores como imputados a declarar. El magistrado ha dado un plazo de 10 días para retirar la obra.El libro, publicad...

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El titular del juzgado número 20 de Madrid ha ordenado secuestrar en Zaragoza y su provincia la edición del libro El tiovivo búlgaro, del que son autores José María Almárcegui y Fernando Lalana por las coincidencias de uno de sus personajes con el presidente de los anticuarios zaragozanos que se llama de la misma forma. El juez admitió la demanda presentada por el anticuario por injurias graves con publicidad y determinó el secuestro como medida cautelar. Además, ha citado a sus autores como imputados a declarar. El magistrado ha dado un plazo de 10 días para retirar la obra.El libro, publicado hace un año en ediciones SM, inaugura la saga de dos niños, estudiantes de primero de secundaria, Marijuli y Gil Abad, que viven una serie de aventuras en las que la intriga es su componente esencial. Doble o nada, Pabellón psiquiátrico son otros titulos de los mismos personajes y hasta ahora Lalana no tenía ni idea de que el anticuario pensase adoptar acciones legales contra él. "Cuando fui consciente de la coincidencia -uno de los personajes tiene una tienda de antigüedades en la calle Mayor de Zaragoza- me acerqué a ese establecimiento, le pedí disculpas y le firmé un ejemplar. También le dije que cambiaría su nombre en otras ediciones".

En el cuento, Cabrejas es un anticuario que importa tiovivos de Bulgaria con oro en su interior. Mariano Cabrejas, el anticuario real, cree que su imagen ha sido dañada. Su abogado, Santiago Palazón, afirma que el escritor, que vivió de niño en el centro histórico de Zaragoza, conocía la existencia de la tienda y asegura que hay muchos datos para identificar a su cliente con el personaje de ficción.

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