Editorial:

Cumbre de promesas

LA SEGUNDA Cumbre de las Américas, en Santiago de Chile, ha ratificado la creación de una gran área continental de libre comercio para el 2005, que llega, según se mire, demasiado pronto o demasiado tarde. Diversas zonas del continente se agrupan ya en áreas de integración subregional: Mercosur y la Comunidad Andina (que acaban de firmar un acuerdo para desmantelar sus barreras aduaneras a partir del 2000), o Centroamérica y el Caribe. Significativamente, en Santiago, las delegaciones de los Estados de cada uno de estos grupos se sentaron juntas. Estados Unidos, Canadá y México, integrantes de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

LA SEGUNDA Cumbre de las Américas, en Santiago de Chile, ha ratificado la creación de una gran área continental de libre comercio para el 2005, que llega, según se mire, demasiado pronto o demasiado tarde. Diversas zonas del continente se agrupan ya en áreas de integración subregional: Mercosur y la Comunidad Andina (que acaban de firmar un acuerdo para desmantelar sus barreras aduaneras a partir del 2000), o Centroamérica y el Caribe. Significativamente, en Santiago, las delegaciones de los Estados de cada uno de estos grupos se sentaron juntas. Estados Unidos, Canadá y México, integrantes del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, por separado.El contraste con la anterior Cumbre de las Américas, en 1994, ha sido notable. En la de Miami, Clinton fue el anfitrión; ahora viajó a Chile con las manos atadas por el Congreso, que no le da los medios para negociar nuevos acuerdos comerciales. En Santiago, los participantes han pedido un trato de igualdad con EE UU que se ha visto reflejado en la declaración final, en la que, junto a los asuntos que suele imponer Washington de oficio (como el impulso a la guerra contra el narcotráfico en una Alianza contra las Drogas), se han introducido cuestiones que tienen que ver con la democracia y la marginación social. La cumbre ha servido para demandar una cooperación más igualitaria y menos de dominación entre la superpotencia y el resto de América, y ha hecho resonar esa reclamación de tantos latinoamericanos de que haya -por primera vez y al mismo tiempo- democracia, desarrollo y justicia social. La justicia social significa dar prioridad a la educación y otras políticas; el crecimiento implica apoyar las economías sobre bases más saneadas y controlar el contagio de las crisis del sureste asiático; la democracia ha progresado, aunque sigue habiendo peligros involucionistas (por ejemplo, en Paraguay).

Es una lástima que EE UU impidiera un mayor consenso sobre Cuba, pese a los llamamientos de varios de los dirigentes presentes a su integración en la Organización de Estados Americanos y en estas reuniones. Las conclusiones de esta cumbre son un catálogo de buenas intenciones y promesas. Ahora falta la voluntad política para hacerlas realidad.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En