Entrevista:

"Los europeos no saben nada de Oriente Próximo"

Tanto convencimiento no debería ser espontáneo. Hace falta mucho entrenamiento para exhibir la blindada seguridad del jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, que hoy llega en visita oficial a Madrid. Todos los que critican a Israel se equivocan, Europa, no digamos ya el mundo árabe. Sólo EE UU encuentra gracia a sus ojos. El líder del Likud se siente habitado de una visión histórica: salvar a Israel de enemigos y neutrales, y para ello aclara varias cuestiones importantes del futuro: el derecho de autodeterminación no puede ser ¡limitado, de lo que harían bien en tomar nota diversas...

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Tanto convencimiento no debería ser espontáneo. Hace falta mucho entrenamiento para exhibir la blindada seguridad del jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, que hoy llega en visita oficial a Madrid. Todos los que critican a Israel se equivocan, Europa, no digamos ya el mundo árabe. Sólo EE UU encuentra gracia a sus ojos. El líder del Likud se siente habitado de una visión histórica: salvar a Israel de enemigos y neutrales, y para ello aclara varias cuestiones importantes del futuro: el derecho de autodeterminación no puede ser ¡limitado, de lo que harían bien en tomar nota diversas naciones europeas, por si no se habían percatado. Hijo de un notable historiador de la España de la Inquisición, conoce bien nuestro país, en el que debutó como figura de la política en la Conferencia de Madrid de 1991. "Ahí empezó todo", nos dice en su despacho de Jerusalén. Y gracias a Dios, corrobora hasta con el lenguaje corporal, que ese todo está a salvo entre sus manos.

Pregunta. Todos hablan de una futura retirada israelí de los territorios ocupados, que se hace esperar. Hay un presunto plan norteamericano que propone el 13%, un casi seguro plan de Netanyahu con un 9%, y la última información pretendiendo que estaría dispuesto a ceder el 40% de Cisjordania y Gaza a cambio de que, así, concluyeran las negociaciones de paz con los palestinos.

Respuesta. La prensa no sabe lo que dice. Lo que hemos de hacer es reunirnos el presidente Arafat y yo, sin más negociaciones interinas, para llegar a un acuerdo final de paz. Ese acuerdo deberá permitir a los palestinos gobernar sus propias vidas y a nosotros proteger nuestra seguridad. Eso implica una retirada territorial y una negociación acerca de los poderes que correspondan a cada uno. Y no entraré en guerras de porcentajes, porque lo que me importa es la seguridad de mi país. Sus lectores quizá ignoran que las autoridades palestinas controlan ya al 90% de su población, por lo que no existe tal ocupación, como se dice. Palestinos gobiernan a palestinos en educación, impuestos, pasaportes, bandera, y el resto del territorio está casi vacío, por lo que no hay problema de derechos humanos, sino de seguridad y de nacionalidades.

P. Pero justamente eso hace que el problema consista en cómo hacer compatible la separación en entidades políticas distintas de dos pueblos, que, a causa de la creciente colonización israelí, están cada día más entremezclados.

R. No lo están. Los palestinos viven en áreas definidas, y el resto del territorio está virtualmente deshabitado. Hay ya una separación suficientemente clara entre ambos. Y, si es verdad que no abandonaremos el derecho a colonizar Judea y Samaria ], nos instalamos sólo en áreas determinadas. El territorio destinado a la colonización es menos del 1% del total, y su parte edificada no llega a una milésima de esa superficie. Por tanto, la idea de que estamos arrebatándoles su tierra es ridícula, entre otras cosas porque sólo edificamos en propiedad pública, y jamás hemos expropiado una sola parcela árabe, y además, según los acuerdos de Oslo, nada nos impide establecernos en nuestro país.

P. Sin duda habrá partes de Cisjordania que jamás abandonará Israel, aunque no quiera decirme cuál es su mapa del futuro.

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R. Jerusalén es -nuestro corazón y nuestra alma. Ningún pueblo en el mundo siente el apego que nosotros tenemos por nuestra capital. Ya en el Toledo medieval los judíos rezaban por reencontrarse el año próximo en Jerusalén. El mapa se lo comunicaré a los palestinos, y no puede ser objeto de una conversación periodística. No me hable de mapas y piense que lo que tenemos que hacer es sentarnos Arafat y yo, posiblemente con la presencia de EE UU, en una reunión al estilo de Camp David, como la que celebraron Egipto e Israel en 1978, y negociar sin interrupción hasta que lleguemos a un acuerdo. Hasta que se vea la fumata blanca. Una paz para todos y del todo, en vez de esta sucesión de acuerdos parciales que sólo crean fricciones.

P. Se diría que su misión en la vida es conseguir que los palestinos rebajen sus expectativas territoriales y políticas.

R. Era utópico que los palestinos esperaran que fuéramos a retirarnos a las fronteras de 1967. Nunca dejaré que mi país corra peligro, sobre todo tras nuestra trágica historia de milenios. Pero también es verdad que a los israelíes que me votaron les dije que Oslo es un hecho y que para llegar a un acuerdo hay que cumplirlo y ceder territorio.

P. ¿Habrá alguna vez un Estado palestino independiente?

R. No. No puedo contemplar una independencia ¡limitada, porque ello significaría que ese Estado pudiera firmar acuerdos militares con Irak o Irán, y así tendríamos no sólo la amenaza de los mis¡les de Sadam Husein, sino la de sus tropas a la puerta de casa. Creo que hay que pensar en otros esquemas, no sólo aquí, sino en Europa, y no digamos en la antigua Unión Soviética. El dilema es el siguiente: o bien sometemos a otro pueblo, lo que es inaceptable moralmente, o reconocemos una independencia plena que nos llevaría al caos y a la ruptura del sistema internacional. La única solución es un poder compartido, de forma que los palestinos se autogobiernen en asuntos interiores, tengan poderes conjuntos con nosotros en materias como medio ambiente, por ejemplo, y renuncien a las cuestiones de seguridad y defensa, que estarían en nuestras manos. A finales del siglo XX reconocemos lo que no era posible hace más de cincuenta años, que el derecho a la autodeterminación no puede ser ilimitado.

P. Todo el mundo dice que hay un doble rasero internacional en contra de los árabes con respecto a cómo la ONU trata a Israel.

R. Sí lo hay, pero es al revés de lo que usted dice. El mundo es pera que Sadam Husein cumpla su palabra, y tampoco le exige a Arafat que combata el terrorismo, a lo que se comprometió en Oslo, mientras que sí acusan a Israel de violar las resoluciones de la ONU. Somos el único poder responsable de la zona que usa ese poder con mesura y que no gaseamos a nadie como hace el dictador iraquí con su propio pueblo. Ésta es una falsa simetría que promueve el mundo árabe contra nosotros.

P. Miguel Ángel Moratinos, el español que representa a la Unión Europea en el conflicto de Oriente Proximo, me acaba de decir que "Europa no puede consentir que se la limite y que se rechacen permanentemente sus iniciativas". ¿Va a consentir alguna vez Israel que Europa tenga un verdadero papel diplomático en Oriente Próximo?

R. Mi Gobierno es el que ha cambiado la imagen negativa de Europa en Israel. A los embajadores de la UE les dije la semana pasada que Europa podría mediar entre nosotros y Líbano para una eventual retirada de la franja de seguridad al sur de ese país, y desearía que el tema del agua, que es vital, y que hasta ahora está en manos de EE UU, fuera una preocupación europea. El reparto del agua entre nosotros y los palestinos es crucial, porque, por muchos acuerdos que haya sobre la tierra, sin agua no podríamos vivir. Pero en lo demás no necesitamos a ningún otro mediador. Lo que pasa es que los europeos no saben nada de Oriente Próximo. Somos un país con menos de un quinto del 1% del territorio de EE UU y se percibe en Europa como Goliat contra David, lo que sin duda es el precio de haber ganado todas las guerras. Nuestro problema con Europa es que todos ustedes tienen un pasado colonial y creen que las colinas de Jerusalén o de Samaria son como las que ocupaban los franceses en Argelia o los españoles en Filipinas. Y ésta es la cuna de nuestra civilización. Sólo EE UU nos entiende, y no, como cree mucha gente, porque haya una gran comunidad judía en el país, sino porque nos identifican como la nueva tierra prometida, como lo es la propia América. Cuando leo los periódicos o veo programas de televisión europeos, me pregunto: ¿pero es que hablan de Israel?

P. Parece seguro que el presidente Arafat declarará la independencia de Palestina, a lo sumo, en mayo de 1999, cuando, según los acuerdos de Oslo, que usted afirma que Israel no ha violado nunca, debería haber concluido con acuerdo el proceso de paz.

R. Si hace eso Arafat, violaría nuestro contrato. Si actúa unilateralmente, nosotros también lo haríamos. Pero le diré más, Arafat no hará eso, porque éste es el Gobierno que alcanzará la paz, el único Gobierno que puede hacer la paz con los palestinos y mantener la paz entre los israelíes. Porque el pueblo confía en nosotros y sabe que sólo prometemos lo que la opinión está dispuesta a aceptar. Y eso no lo hacía el Gobierno anterior del laborista Simón Peres.

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