Tribuna:VISTO / OÍDO

La medicina del pobre

El pobre acaba de recibir un nuevo impulso sanitario, higiénico, al evitarle el consumo de 869 medicamentos inútiles. Él creía que le curaban, le quitaban dolores y toses, le laxaban: el pobre es inculto. El rico, en cambio, seguirá gastando su dinero en lo superfluo, como ha hecho siempre: qué desgraciado. Con los impuestos que pague por las medicinas superfluas costeará las medicinas eficaces que se les van a dar a los pobres. (Hay quienes, con una generosidad mayor, tratan de quitarles todas las medicinas).Es una prueba más de la generosidad del capitalismo y de lo bien pensado que está el ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El pobre acaba de recibir un nuevo impulso sanitario, higiénico, al evitarle el consumo de 869 medicamentos inútiles. Él creía que le curaban, le quitaban dolores y toses, le laxaban: el pobre es inculto. El rico, en cambio, seguirá gastando su dinero en lo superfluo, como ha hecho siempre: qué desgraciado. Con los impuestos que pague por las medicinas superfluas costeará las medicinas eficaces que se les van a dar a los pobres. (Hay quienes, con una generosidad mayor, tratan de quitarles todas las medicinas).Es una prueba más de la generosidad del capitalismo y de lo bien pensado que está el reparto de los bienes. El capitalismo está inventado para que algunos acaparen el dinero con el que socorrer a los demás, que ni siquiera necesitan trabajar, aunque sean tan insensatos como para pretenderlo. Son subversivos.

Con esto se traza una nueva y valiosa frontera entre las dos grandes clases: medicinas y médicos de ricos son distintos a medicinas y médicos de pobres. Esta frontera es muy necesaria, y mejor sería alzar un muro más fuerte: para que los ricos no se abalancen sobre los pobres y los maten o intenten matarlos, como hacen a veces sus delegados inconscientes en el Metro de Madrid, y en otros lugares promiscuos. El propósito de matarles, aunque no sea cristiano, es el de evitarles sufrimientos. No siempre lo cristiano coincide con lo bondadoso. Toda una vida a la intemperie debe ser suprimida en beneficio suyo. La pena de muerte, donde la hay, se empeña en eliminar gentes de las clases pobres. Acaban de matar a un latino en Estados Unidos, sin que apenas haya habido repercusión, como la tuvo la mujer asesinada por el mismo procedimiento. Los latinos, los negros, los asiáticos y otras razas lo pasan mal en Occidente: eliminarles es un bien para ellos. También hay algo sobrenatural en el hecho de que la mortalidad sea más abundante entre quienes viven mal que entre los acaparadores. Alcemos muros: son deseables. Inevitables.

Muros de agua: en el estrecho de Gibraltar han muerto ahogados mil pobres, a ojo de guardia, de cuantos intentaban venir a ser explotados; apaleados por los fachas, rociados de gasolina y prendidos fuego por los skins. Muertos de frío en estos inviernos. Nuestros gendarmes han capturado a 4.000 y les han devuelto a África: para salvarles. No hay nada como la propia casa de uno, como decía el moribundo al cura que le prometía el paraíso.

Archivado En