El origen de la ficción

Escribir un libro de memorias puede encorsetar la imaginación de un autor acostumbrado a los relatos de ficción. Cuando escribes tus memorias debes ser fiel a tus recuerdos, y ésa es una limitación. Siempre existe la tentación de cambiarlas, pero yo no exageraría esa tentación. Yo recuerdo las cosas en forma de historias. Cuando escribo mis memorias puedo ver el pasado como una serie de historias".Una forma de recordar que puede haber condicionado esa manera de mirar hacia atrás, buscando historias redondas y no los retazos dispersos, o encadenados, que acumula cualquier otra persona. "...

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Escribir un libro de memorias puede encorsetar la imaginación de un autor acostumbrado a los relatos de ficción. Cuando escribes tus memorias debes ser fiel a tus recuerdos, y ésa es una limitación. Siempre existe la tentación de cambiarlas, pero yo no exageraría esa tentación. Yo recuerdo las cosas en forma de historias. Cuando escribo mis memorias puedo ver el pasado como una serie de historias".Una forma de recordar que puede haber condicionado esa manera de mirar hacia atrás, buscando historias redondas y no los retazos dispersos, o encadenados, que acumula cualquier otra persona. "He estado escribiendo relatos durante más de veinte años y no hay duda de que eso ha influido en mi manera de ver las cosas", afirma. "Pero no hay que olvidar que la razón por la que escribo relatos es precisamente porque veo las cosas en esa medida. Son dos cosas recíprocas. Los primeros cuentos que escribí eran autobiográficos. No los llamaría memorias, porque inventé mucho, pero su origen estaba en mi memoria y ella las modeló tanto como mi imaginación. Tengo un sentido narrativo del pasado. Me resulta difícil separar una de otra".

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Los personajes de Wolff son gente ordinaria que, en su cuidada prosa, se convierten por un momento en seres únicos. Este autor, considerado uno de los exponentes del llamado realismo sucio, es un artesano que construye trabajosamente sus historias, para dar la apariencia de absoluta fluidez y frescura. "No creo que sea algo contradictorio. La disciplina diaria de la escritura es lo que produce la sensación de frescura para el lector. Es paradójico que cuando termino un libro, después de haber reescrito muchas veces cada frase, el lector lo reciba como un flash. Todo ese trabajo queda borrado por la impresión final. No ves el sudor del escritor detrás de cada palabra".

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