La fuerza de los colores domina sobre el dibujo en la Pasarela Cibeles

Pedro del Hierro y Devota & Lomba se rinden al cromatismo

Hasta almas tan austeras en cuanto al color como Modesto Lomba o Pedro del Hierro han caído en el influjo de las gamas para las propuestas de la primavera-verano 1998, lo que ha dado a la Pasarela Cibeles un sabor alegre y ligero. Por su parte, Ángel Schlesser mostró un aire continuista en la alta calidad de su trabajo. Las promesas del año 2000, los jóvenes diseñadores, cerraron una jornada larga y con sorpresas.

El desfile de Devota & Lomba mejoró a medida que avanzaba, manteniéndose los largos desde el tobillo a la mini, los hombros generalmente descubiertos y una generosa serie de t...

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Hasta almas tan austeras en cuanto al color como Modesto Lomba o Pedro del Hierro han caído en el influjo de las gamas para las propuestas de la primavera-verano 1998, lo que ha dado a la Pasarela Cibeles un sabor alegre y ligero. Por su parte, Ángel Schlesser mostró un aire continuista en la alta calidad de su trabajo. Las promesas del año 2000, los jóvenes diseñadores, cerraron una jornada larga y con sorpresas.

El desfile de Devota & Lomba mejoró a medida que avanzaba, manteniéndose los largos desde el tobillo a la mini, los hombros generalmente descubiertos y una generosa serie de transparencias. El problema estaba en las texturas de algunos tejidos, que francamente no ayudan a la costura. Los diseños de Lomba giran levemente al entalle y se lanza decidido al color. Una sobria serie en mostaza anunció el resto: verdes manzana en pantalones masculinos y rectos, sombreros de paja, o en lino blanco, para aderezar una serie donde en principio ese tejido basto y abierto no daba mucho de sí. Al final, desde la secuencia en punto negro, vimos al clásico estilo de esta firma en su ortodoxia lisa, salpicada por eventuales superposiciones de gasas sobre otros tejidos más pesados. Al final, una metáfora más que dos novias, una de negro y otra de blanco, conventuales, serias, lentas, con sendas ramas de laurel plateado, un símbolo fatídico entre los griegos.Ángel Schlesser no hace una moda simpática, sino un producto de aire sofisticado que respira seguridad. Como siempre, su punto, ligero, es exquisito y cae como una caricia sobre la modelo. Esta vez suma un buen trabajo sastre en las chaquetas y pantalones con la línea masculinizante que no ha dejado de verse en ningún desfile. Schlesser también se ha rendido a las transparencias y, tras su serie inicial en negro con materias diversas que provocaban contrastes muy de vanguardia, ofreció momentos de inquietante sensualidad.

Con una iluminación teatral perfecta, complementos muy escogidos y calzado algo más que funcional, Pedro del Hierro también mezcló los modelos masculinos con las chicas -ya lo hizo el año pasado con éxito-, ofreciendo una colección amplia, rica, de líneas firmes y maduras.El madrileño no titubea con el uso de las diagonales en escotes, sisas, pinzas y ruedos, lo que provoca una identidad a toda costa que se basa en ese aparente desdén por el equilibrio de la perpendicularidad. Chaquetas largas sobre faldas de largo medio, el color coral, la fantasía de las transparencias, el turquesa que viene de Madrás, las rejillas como un pretexto seductor: así ha sido una colección donde lo étnico es un aliento de taller que solamente llega al producto final en ciertos detalles, como el cromatismo. La serie azul disparó esa idea de luminosidad y fuerza a través de la materia misma y de un sacrificio de cualquier barroquismo en las líneas.

Para Pedro del Hierro, hoy la falda larga hasta el suelo es solamente una sombra, mitad pareo mitad sari, que ayuda al largo corto o medio a depurarse sobre el cuerpo, a conseguir una sensualidad salvaje a la que el rojo o el fresa, el oliva y el oro viejo ayudan lo suyo. La concepción fantasiosa -en buen sentido- de algunas prendas no les quita credibilidad como diseño, y eso ocurre solamente cuando el estilista asume con toda seriedad su inspiración, por elevada que ésta sea.

Los jóvenes que prometen

Victorio & Lucchino nos dan más de lo mismo envuelto quizá en un principio de revisión de sus propios logros de mercado. La estridencia cromática (que mira por dónde se sitúa en el común de la tendencia actual) y el pretexto de un andalucismo a toda costa que se basa más en el tópico que en alguna búsqueda etnográfica han hecho, más que un estilo propiamente dicho, un formulario de éxito sobre el que facturar, y así de bien les va: esta vez, a base de transparencias, blancos de arena morisca que evocaron el desierto cercano, un estampado reseñable a base de calas negras sobre blanco y, lo mejor, rechinantes brillos de fantasía con superposiciones y, claro está, algún que otro volante bajero para ratificar su eclecticismo sureño.

La jornada concluyó con la presentación, hecha solventemente por Bibi Andersen, de los jóvenes diseñadores -acto patrocinado por Motorola, que premió a la modelo Natalia Pettif y a la diseñadora valenciana Gloria Bas-Ibáñez-; un prometedor proyecto y una feliz iniciativa donde ya hay cosas que ver y analizar y hasta algún nombre para no olvidar y seguirle la pista.

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