Nuevo Don Mendo

Desde niño me hace reír La venganza de Don Mendo; no ha cesado, pero ahora me interesan más otros aspectos de la parodia. No tanto la burla a un teatro como el de García Gutiérrez, que aún se representaba en serio, y los neorrománticos de capa y espada, como el lenguaje: los retruécanos, en el sentido real de la palabra -una frase que parece una cosa y significa otra-, las asociaciones inmateriales de ideas y de conceptos para producir el efecto cómico, la utilización de la actualidad como anacronismo, o viceversa; la abundancia de vocabulario.' Y el permiso implícito a los actores para...

Desde niño me hace reír La venganza de Don Mendo; no ha cesado, pero ahora me interesan más otros aspectos de la parodia. No tanto la burla a un teatro como el de García Gutiérrez, que aún se representaba en serio, y los neorrománticos de capa y espada, como el lenguaje: los retruécanos, en el sentido real de la palabra -una frase que parece una cosa y significa otra-, las asociaciones inmateriales de ideas y de conceptos para producir el efecto cómico, la utilización de la actualidad como anacronismo, o viceversa; la abundancia de vocabulario.' Y el permiso implícito a los actores para que añadan su vis cómica personal a la historieta. Juan Bonafé, Somoza, Fernán-Gómez han hecho cada uno su Don Mendo con un especial sentido de la creación. Lo hace ahora Sender, más acostumbrado al espectáculo personal y a las variedades, y lo hace bien, con más contención de lo que solía hacerse. El director de escena Pérez Puig añade su personal concepto de la gracia, pero lo mete delicadamente en las es cenas mudas. Y en la dirección de intérpretes, subrayando las frases cómicas originales como con miedo de que al público se le escapen.