Una injusticia a los 91 años

"No se es joven ni viejo. Se está vivo". A fe que esta frase de Arturo Uslar Pietri debe presidir toda su filosofía de vida a la altura de sus 91 años. Por ello encaja con donaire la obligada pregunta de "¿por qué no le han dado a usted todavía el Premio Cervantes?` y contesta: "Bueno, no tienen por qué dármelo". Ahora bien, el autor venezolano no puede esconder un deje de amargura cuando confiesa: "En realidad poseo el récord de ser el escritor propuesto por mayor número de academias de la lengua". Cuando, el galardón más importante de las letras españolas ha sido concedido a intelectuales de...

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"No se es joven ni viejo. Se está vivo". A fe que esta frase de Arturo Uslar Pietri debe presidir toda su filosofía de vida a la altura de sus 91 años. Por ello encaja con donaire la obligada pregunta de "¿por qué no le han dado a usted todavía el Premio Cervantes?` y contesta: "Bueno, no tienen por qué dármelo". Ahora bien, el autor venezolano no puede esconder un deje de amargura cuando confiesa: "En realidad poseo el récord de ser el escritor propuesto por mayor número de academias de la lengua". Cuando, el galardón más importante de las letras españolas ha sido concedido a intelectuales de segunda división, sorprende todavía más la injusticia que se ha cometido con Arturo Uslar Pietri.A partir de su novela Las lanzas coloradas, que publicó en 1931, el escritor caraqueño cultivó el "realismo mágico", un término acuñado por él mismo en la narrativa con obras como El camino de El Dorado, Estación de máscaras u Oficio de difuntos. Pero ha destacado también en el cuento o en el teatro sin olvidar el ensayo, donde ha mostrado sus preocupaciones por la historia y por la literatura latinoamericanas. El mestizaje y los infinitos contrastes de un continente desmesurado e incomprendido han marcado su obra.

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Uslar Pietri dijo hace unos años: "América ha sido una creación intelectual de Europa, una creación compuesta de imaginación, sorpresa, desajuste y necesidad de comprensión ante una reafidad geográfica, natural y humana al principio desconocida, luego mal conocida y nunca enteramente entendida".

Amigo de juventud de Miguel Angel Asturias y de Alejo Carpentier, el venezolano se autodefinió así ayer: "El guatemalteco Asturias era un maya y el cubano Carpentier procedía de un país donde los indígenas habían sido eliminados, pero con enorme presencia africana. Yo era el más mestizo de todos porque Vénezuela alumbró un inmenso mestizaje".

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