Tribuna

Lecturas y formación

La reciente aparición de la obra de Carles Casajuana Pla i Nietzsche: afinitats i coincidències (Play Nietzsche: afinidades y coincidencias) plantea uno de los muchos temas pendientes de estudio acerca de las fuentes del pensamiento y los modelos literarios de Josep Pla, investigación apenas esbozada.A los 100 años de su nacimiento, la calidad literaria y la notable extensión de la obra escrita de Pla merecen un considerable respeto intelectual y una estimación superior a la que se le tributó en vida en Cataluña y entre los escasos lectores españoles más allá de las fronteras del princi...

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La reciente aparición de la obra de Carles Casajuana Pla i Nietzsche: afinitats i coincidències (Play Nietzsche: afinidades y coincidencias) plantea uno de los muchos temas pendientes de estudio acerca de las fuentes del pensamiento y los modelos literarios de Josep Pla, investigación apenas esbozada.A los 100 años de su nacimiento, la calidad literaria y la notable extensión de la obra escrita de Pla merecen un considerable respeto intelectual y una estimación superior a la que se le tributó en vida en Cataluña y entre los escasos lectores españoles más allá de las fronteras del principado, precisamente por la profundidad de sus lecturas y la extensión de su formación cultural.

Es cierto que los 45 volúmenes de su Obra Completa -unas 30.000 páginas- desalientan, por su vastedad, la tentativa de penetrar en los entresijos de una obra escrita a lo largo de más de sesenta años. Sin embargo, no será difícil -a medida que aparezcan monografías como la citada al inicio de estas líneas- intentar una aproximación bastante veraz a la formación cultural de Pla y a las líneas maestras que configuran tanto su pensamiento como el desarrollo de su obra literaria. Quiero citar únicamente los reconocimientos explícitos del mismo Pla: "No me canso de leer los ensayos de Montaigne. Paso así horas y horas de la noche en el lecho. Me producen un efecto plácido, sedante, me proporcionan un reposo delicioso. Encuentro a Montaigne de una gracias apenas interrumpida, lleno de continuas, inagotables sorpresas. Una de estas sorpresas proviene a mi entender del hecho de que Montaigne tiene una idea muy precisa de la insignificante posición del hombre sobre la tierra". O, refiriéndose a Nietzsche, a quien Pla considera como un continuador de los moralistas franceses, con interés múltiple, estilístico también: "Nietzsche, a la larga, se convierte en un vicio. Escribe conciso, es rápido. Sus incisivos golpes hacen oscilar, vivamente, la curiosidad del espíritu". No cabe olvidar entre sus modelos éticos a Leopardi, al que trata con un res peto superior, con la ternura apasionada que le despierta esta "figura del poeta jorobado, pálido , de mirada intensa, amar gado, de corazón vacío y cabeza saturada de sintaxis elegante... ". En otra cita es concluyente: de todos los autores que ha leído "el más lúcido" es Leopardi.

Pero si Montaigne, Nietzsche y Leopardi -entre otros muchos- le seducen por muchas de sus ideas, sus preferencias literarias se decantan por Stendhal y Proust, ejemplos completos y perfectos especialmente por la temática y el estilo, fundidos ambos en los géneros literarios cultivados por los dos autores. Su admiración comprende tanto los libros de viajes o autobiográficos de Stendhal como la capacidad descriptiva y el tratamiento del tema del tiempo en Proust.

A lo largo de su extensa obra y esparcidas por ella, encontramos sus confesiones sobre sus lecturas predilectas y permanentes. Son citas perdidas, como si su autor quisiera esconder la vastedad de su cultura. En tres líneas y sin venir a cuento nos dice en el volumen 12 de su Obra Completa que los tres libros que en mayor medida le han impresionado y que en el curso de su vida ha tenido más a menudo en sus manos, "con un interés más permanente", han sido Tratado teológico político, de Spinoza; las Cartas provinciales, de Pascal, y Zibaldone, de Leopardi. Del mismo modo que en otras tres líneas perdidas considera que "los tres grandes fenómenos literarios" de su tiempo han sido "la obra de Marcel Proust, el Ulisses de Joyce y la obra de Luigi Pirandello".

Con estas citas, cazadas al azar y al margen de la multiplicidad de autores citados que encontramos en los índices de su Obra Completa, me interesa repetir que lo que se refiere a los cimientos literarios e ideológicos de los libros de Pla está prácticamente por estudiar. Sólo a medida que se publiquen artículos, estudios o libros como el que ha sugerido estas líneas nos será posible confirmar lo que se está empezando a admitir entre nosotros: no solamente Pla es un escritor de raza, poderosamente dotado, sino que su obra se asienta en la de los grandes autores de la historia literaria de la humanidad y los complementa.-

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