Tribuna:COMER, BEBER, VIVIR: FELICIANO FIDALGO

'El apóstol del vino', con su centro cultural en Madrid

El apóstol del vino es Miguel A. Torres. Desde ha tiempo se conoce en el mundo como guru del vino al americano Robert Parker, que, por puro casual, actúa en Valencia el inmediato día 12 del mes presente y, como suele, catará y pontificará a propósito de los vinos que le echen. La familia Torres y sus colaboradores son otra historia del mundo del vino y de la vida. Cultivan vino en el Penedés catalán, en California y en Chile. Y venden vino y son ilustradores de la ciencia del vino.Ayer en Madrid, los representantes más definitorios de Bodegas Miguel Torres leyeron otra lección so...

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El apóstol del vino es Miguel A. Torres. Desde ha tiempo se conoce en el mundo como guru del vino al americano Robert Parker, que, por puro casual, actúa en Valencia el inmediato día 12 del mes presente y, como suele, catará y pontificará a propósito de los vinos que le echen. La familia Torres y sus colaboradores son otra historia del mundo del vino y de la vida. Cultivan vino en el Penedés catalán, en California y en Chile. Y venden vino y son ilustradores de la ciencia del vino.Ayer en Madrid, los representantes más definitorios de Bodegas Miguel Torres leyeron otra lección sobre el arte de la desgustación del vino al inaugurar el primer Centro Cultural del Vino de la capital de España, afincado en la carrera de San Jerónimo, 9, donde la señorita Nuria Llébana responde a todas las preguntas concernientes al centro si se llama al teléfono (91) 369 27 20.

Miguel A. Torres, ante personalidades, amigos y gentes del vino, ofició como lo hace desde que se le conoce como el apóstol del vino, es decir, como el hombre que vive para el vino, no para su imperio de cepas multinacionales. Cualquiera que se interese por las uvas convertidas en manjar bebible sabe que la degustación es, muy por encima de todas las cosas, una escuela de descubrimientos y, mucho más, una escuela de modestia que exige estudio y un esfuerzo inaudito de concentración. La definición de lo dicho, en carne y hueso, es Miguel A. Torres, el que ya fue inspirador del Centro Cultural del Vino en Barcelona (en cuatro años ha acogido a unas 15.000 personas), y ahora, en un descanso de su apostolado por todas las tierras del mundo del vino, se ha detenido en Madrid para abrir las puertas del conocimiento del vino a quien lo desee, a cambio de una cuota módica.

En este santuario madrileño del vino, además de los cursos de enología y degustaciones prácticas, se acogerán charlas, conferencias, catas, de cualquier asociación o persona que se interese por el vino.

El programa de los cursos, de dos días, abarca todas las fases del acto gustativo:

1. Introducción a la viticultura y la enología moderna: marco geográfico, evolución de las plantas, conducción de la viña y, a la postre, elaboración de todos los vinos, blancos, tintos y rosados, para que, si lo merecen, comiencen su envejecimiento.

2. Conservación y servicio del vino: características de la bodega, servir el vino, copas indicadas, temperatura oportuna, descorche de una botella y decantación si hubiere lugar.

3. Introducción a la cata: iniciación fisiológica, cata de sustancias elementales y olores de los elementos relacionados con el vino.

4. Cata práctica de los vinos: introduccíón y cata a ciegas.

La enseñanza, en todos los cursos, la garantizarán enólogos de reconocida solvencia, formados en España y Francia. Mauricio Wiesenthal, reconocido en el mundo como el hombre y la cabeza y la palabra del vino elevada a la categoría de ensoñación, colaborador de lujo de Miguel A. Torres, que ayer ya dijo lo que era el regusto de una copa, regalará el poso de su ciencia en el Centro Cultural Y, del Vino, que se propone romper barreras para mayor y mejor conocimiento del vino.

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