Laura Freixas escribe una novela epistolar
, En la época de Internet y del correo electrónico Laura Freixas, antes editora y lectora siempre de cartas, diarios y novelas epistolares, se lanza a la ficción con una novela, Último domingo en Londres (Plaza y Janés), que reivindica un género tan poco actual y con tanta tradición como el epistolar. "Soy un animal epistolar", confiesa Freixas.
Y lo confesó ayer, en el acto de presentación de su primera novela (es autora, además, de una colección de cuentos), que contó con la presencia de Gustavo Martín Garzo, premio Nacional de Narrativa, quien dijo sobre esta novela: "Su real...
, En la época de Internet y del correo electrónico Laura Freixas, antes editora y lectora siempre de cartas, diarios y novelas epistolares, se lanza a la ficción con una novela, Último domingo en Londres (Plaza y Janés), que reivindica un género tan poco actual y con tanta tradición como el epistolar. "Soy un animal epistolar", confiesa Freixas.
Y lo confesó ayer, en el acto de presentación de su primera novela (es autora, además, de una colección de cuentos), que contó con la presencia de Gustavo Martín Garzo, premio Nacional de Narrativa, quien dijo sobre esta novela: "Su realismo implícito es un realismo que trata de situarse donde termina el realismo naturalista". Compuesto el relato de fragmentos dispersos que cinco personajes se envían entre sí -cartas con destinatario, y remitente, o diarios para leer en silencio, y en la intimidad-, a través de esos fragmentos, de esa realidad hecha pedazos, esos personajes acabarán conociéndose a sí mismos, encontrando su identidad.
Gustavo Martín Garzo citó a la escritora norteamericana Flannery O'Connor ("escribir es volver a decir") para situar a esos personajes de la novela de Laura Freixas que "escriben sólo lo que les pasa y así se enteran de lo que les ocurre". Y esos personajes, preguntándose (por ejemplo, Miriam) si escribir un poema es como tener en brazos a un niño, acaban preguntándose, resumió Martín Garzo, por el misterio de la creación: en su opinión, el tema último de la novela de Freixas.
Una novela, según la autora, que no podía ser más que epistolar, una afición que le viene a Freixas de sus lecturas (de los moralistas franceses del XVII y XVIII) y de su propia experiencia personal. "Con las cartas se miente, das a entender lo que quieres, pero al Final acabas poniendo las cartas boca arriba", señala.