Desde el salón a la genialidad
La Asociación Filarmónica rindió homenaje a Manuel de Falla con un recital monográfico del pianista español Miguel Baselga, artista muy sensible, de buena técnica y cuidadas sonoridades. En el programa aparecía a modo de totum revolutum el Falla juvenil, que el maduro prefería olvidar, y el genio que asoma en las Piezas españolas y se define progresivamente hasta alcanzar la genialidad absoluta de la Fantasía bética, única obra pianística española digna de suceder a la Iberia albeniciana. Faltaban, sin embargo, las transcripciones que hiciera Falla de sus ballets y ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La Asociación Filarmónica rindió homenaje a Manuel de Falla con un recital monográfico del pianista español Miguel Baselga, artista muy sensible, de buena técnica y cuidadas sonoridades. En el programa aparecía a modo de totum revolutum el Falla juvenil, que el maduro prefería olvidar, y el genio que asoma en las Piezas españolas y se define progresivamente hasta alcanzar la genialidad absoluta de la Fantasía bética, única obra pianística española digna de suceder a la Iberia albeniciana. Faltaban, sin embargo, las transcripciones que hiciera Falla de sus ballets y que incluía siempre en la relación. de sus composiciones.Así lo que podía haber sido un rincón evocador de la lejana juventud del músico se convirtió en un ir y venir de Cádiz a París, pasando por Madrid y Granada.. Quizá sea excesivo alinear en un mismo recital las piezas de salón, bien trazadas siempre, junto a la producción ejemplar del gran Falla. Todo lo tocó Baselga con refinamiento, corrección y su dosis de belleza, pero se quedó cortó ante la "habanera fúnebre", como decía Gerardo Diego, dedicada a Debussy, la polifonía condensada en el teclado en memoria de Dukas y mucho más frente a esa suerte de sentimiento trágico de la música que es la Fantasía bética, tan absolutamente genial que, a pesar de los pesares, provocó las mayores ovaciones. Este buen pianista debe replantearse el problema Falla, tan arduo y complejo. A buen seguro que acabará por desentrañarlo en todos sus niveles.