Reportaje:

¿Universidad pública o universidad privada?

Crece poco a poco la demanda de plazas universitarias en la red privada, donde ya hay 70.000 alumnos

Alrededor de 70.000 alumnos españoles han comenzado en estos días sus estudios universitarios en alguna de las diez universidades privadas y católicas homologadas por el Ministerio de Educación y Cultura. No son las únicas instituciones privadas que imparten estudios superiores en España, pero sí las únicas, cuyos programas de estudios y titulaciones tienen validez oficial. Un reconocimiento que para muchas de ellas ha llegado recientemente al cumplir con los requisitos del decreto de mínimos que la administración educativa hizo público en 1991, pese a que alguna, como la San Pablo-CEU, cu...

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Alrededor de 70.000 alumnos españoles han comenzado en estos días sus estudios universitarios en alguna de las diez universidades privadas y católicas homologadas por el Ministerio de Educación y Cultura. No son las únicas instituciones privadas que imparten estudios superiores en España, pero sí las únicas, cuyos programas de estudios y titulaciones tienen validez oficial. Un reconocimiento que para muchas de ellas ha llegado recientemente al cumplir con los requisitos del decreto de mínimos que la administración educativa hizo público en 1991, pese a que alguna, como la San Pablo-CEU, cuenta con una trayectoria docente de más de 60 años.Aun cuando el número de universitarios de la red privada española apenas representa, -según datos facilitados por estos rectorados-, el 1,7% del total (en torno al millón y medio), el número de matrículas que reciben estos centros crece año tras año. Esta circunstancia la explican los responsables de estas universidades por la dificultad de encontrar plaza en las universidades públicas y también por el atractivo de una enseñanza personalizada (una media de 40 alumnos por aula), sin olvidar el poderoso reclamo que supone para las familias una oferta que se publicita como trampolín garantizado al mundo laboral. Un aspecto, este último, muy ponderado por las familias, ya que el precio medio por año de las carreras técnicas supera el millón de pesetas y el de las carreras de humanidades se sitúa en torno a las 700.000 pesetas. En la universidad pública los precios rondan las 97.000 pesetas para las carreras técnicas y 65.000 pesetas para las humanidades.

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Comparaciones

"La comparación no es posible", apostilla Graciano Palomo, director de Relaciones Institucionales de la Universidad Europea de Madrid (CEES). "La universidad pública la pagamos entre todos y el precio por año no se corresponde con el coste total de la carrera que en algunas supera los cuatro millones. En las universidades privadas son las familias quienes costean la carrera y cuando pagan un millón de pesetas por una ingeniería saben que sus hijos van a recibir una formación completa con prácticas, con grupos reducidos de alumnos por aula y con un cupo de doctores a tiempo completo dedicados a enseñar. En relación al empleo, puedo demostrarle que el 75% de las dos primeras promociones que impartía el CEES antes de ser oficialmente universidad, encontró trabajo".

"La calidad de una universidad, pública o privada, no se mide en porcentajes de empleo. Ésta es una vieja idea ya superada. Desde luego, no es el objetivo de una universidad pública garantizar el puesto de trabajo, sino la formación de los alumnos, aun cuando nos preocupe el factor empleo y hayamos dado pasos firmes para lograrlo buscando convenios con empresas, por ejemplo", advierte un grupo de profesores de la Universidad Complutense de Madrid, al tiempo que señalan al tipo de titulaciones que ofrecen las universidades privadas como demostración de que su objetivo principal es la rentabilidad económica.

"No olvide que la mayor parte de ellas son sociedades anónimas y están obligadas a ser rentables o a desaparecer. La Universidad de Navarra, por ejemplo, es la única que imparte Medicina. ¿Por qué? Porque hay que invertir mucho dinero en equipos, laboratorios, profesionales o conciertos con hospitales".

"Quien crea que una universidad privada es un negocio está no sólo equivocado sino condenado al fracaso", argumenta Luis Díaz Marcos, director de desarrollo universitario de la Universidad Antonio de Nebrija. "Obviamente aspiramos a ser rentables, pero nuestras titulaciones tienen vocación perenne. Llevamos diez años formando alumnos y desde el principio cumplíamos los requisitos legales para serlo; habíamos anticipado el sistema de créditos; los planes cuatrimestrales, las prácticas y los idiomas. Aspectos que no cumplen en la actualidad muchas de las universidades públicas españolas. Para nosotros la formación no es un negocio, nos cuesta dinero y, desde luego, no eliminamos una titulación por el hecho de que no tenga demanda laboral".

Eliminar una titulación no resulta, además, tan fácil como pudiera pensarse. Las universidades privadas homologadas están sujetas a unos requisitos legales previos y para suprimir una titulación necesitan la autorización de la Consejería de Educación correspondiente. "Si una titulación dejara de ser demandada, es decir, si no llegáramos al mínimo de alumnos que nos permite cubrir gastos, nos plantearíamos la posibilidad de no admitir a más, pero nunca de cerrar la titulación con alumnos en curso", interviene Antonio Belver Sánchez, secretario general de la Universidad Alfonso X El Sabio.

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