El escultor canario Tony Gallardo muere a los 67 años

El escultor Tony Gallardo, uno de los más destacados artistas canarios del medio siglo, junto a Manolo Millares o Martín Chirino, falleció en la tarde de ayer, a los 67 años, en un hospital de Las Palmas de Gran Canaria. En este centro permanecía ingresado desde hace un mes, a causa de una trombosis cerebral, que ayer se complicó con una neumonía, motivándole el fatal desenlace.

"La madurez artística consiste en profundizar en las transiciones, en dejar que hable de un modo analógico y a fondo lo larvado", solía repetir el escultor, que a lo largo de su obra sufrió radicales mutacio...

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El escultor Tony Gallardo, uno de los más destacados artistas canarios del medio siglo, junto a Manolo Millares o Martín Chirino, falleció en la tarde de ayer, a los 67 años, en un hospital de Las Palmas de Gran Canaria. En este centro permanecía ingresado desde hace un mes, a causa de una trombosis cerebral, que ayer se complicó con una neumonía, motivándole el fatal desenlace.

"La madurez artística consiste en profundizar en las transiciones, en dejar que hable de un modo analógico y a fondo lo larvado", solía repetir el escultor, que a lo largo de su obra sufrió radicales mutaciones, desde el uso minimalista del hierro hasta la exploración más contundente de la piedra, con la que ha dialogado hasta obtener descomunales referencias del paisaje aborigen canario. También avanzó desde la abstracción hacia el figurativismo.

En la última década se estableció de un modo casi exclusivo en su isla natal de Gran Canaria, en cuyo paisaje deja referencias emblemáticas, como El monumento a la Constitución, en San Bartolomé de Tirajana; La fuente del magma, en la ciudad igualmente surefia de Telde, o, sobre todo, El Atlante, un descomunal monumento de piedra antropomórfico sobre una alfombra de picón, que con los brazos abiertos implora hacia el horizonte del Atlántico, a la salida de Las Palmas de Gran Canaria.

Retornos

Con anterioridad, Gallardo llevó una vida bicéfala, itinerante y jalonada, de considerables intervalos de retorno. En los años cincuenta -y luego de haber regresado a su isla tras formarse en Madrid, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en el taller del escultor Eduardo Capa-, Gallardo protagonizó, junto a Pedro González y Eduardo Gregorio, la vertiente venezolana de una legendaria diáspora, de decisión simultánea y casi asamblearia, de los artistas canarios (la otra fue la madrileña, protagonizada por Manolo Millares, Martín Chirino y Manuel Padorno).Gallardo combinaba el trabajo de la piedra con lo filosofal. Fue un gran activista político y cultural, y un punto de referencia constante para cada nueva hornada de artistas canarios. En los años sesenta, tras su retorno de Caracas, organiza en las islas el movimiento cultural Latitud-28, de oposición a la dictadura, y entre 1968 y 1972, cumple condena como preso político.

De ideas nacionalistas durante la transición -en época en que la oficialidad cultural canaria andaba por otros derroteros-, Gallardo solía explicar que él era el primer asombrado del abandono del hierro, un material tan ajeno a la cultura aborigen, para entregarse, a "la vivencia de la piedra".

Durante los años ochenta, Tony Gallardo residió en Madrid, donde montó exposiciones como su descomunal serie de Magmas en el campus de la Universidad Complutense.

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