Crítica:DANZA

Restos del naufragio

Es la segunda vez que viene a Madrid este amago de compañía con nombre en desvarío, gusto dudoso y montajes poco profesionales. La vez anterior fue mejor a ratos: estaba Nadiezda Pavlova, que hizo un bellísimo segundo acto de Giselle.Esta vez, sólo hubo brillo en la seguridad y tono de verdadera escuela moscovita de Ludmila Vassilieva, pimera bailarina del Ballet Clásico de Moscú Vassiliov-Kasátkina (el público sevillano la degustó con mejor fortuna en su Carnaval de Venecia de la Gala Petipa hace dos años) y en la anónima artista que bordó la rareza arqueológica del ...

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Es la segunda vez que viene a Madrid este amago de compañía con nombre en desvarío, gusto dudoso y montajes poco profesionales. La vez anterior fue mejor a ratos: estaba Nadiezda Pavlova, que hizo un bellísimo segundo acto de Giselle.Esta vez, sólo hubo brillo en la seguridad y tono de verdadera escuela moscovita de Ludmila Vassilieva, pimera bailarina del Ballet Clásico de Moscú Vassiliov-Kasátkina (el público sevillano la degustó con mejor fortuna en su Carnaval de Venecia de la Gala Petipa hace dos años) y en la anónima artista que bordó la rareza arqueológica del pas de deux del segundo acto de El Corsario, único fragmento de ese ballet atribuible realmente a Petipa y a su revisión, cuando Drigo reorquestó a propósito esos compases de Adam que originalmente iban colocados en otra parte de la obra.

Ballet Imperial Ruso

Fragmentos de Don Quijote, El Corsario, La Sylphide. Dirección artística: Gedimidas Taranda. Teatro de Madrid. 12 de junio.

Del resto, mejor olvidar desde los maquillajes hasta las piruetas mal terminadas (y hasta empezadas). Son los tristes restos del naufragio del ballet soviético.

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