Crítica:DANZA

Eterno Fokin

El espectáculo de La Villa, ha sido el más refinado de la temporada madrileña, y de exquisito debe calificarse, desde la selección de las piezas musicales y coreográficas, hasta el sentido estético de trajes y reconstrucción estilística, con el añadido y aliciente del regreso a Madrid de Trinidad Sevillano, una de las más notables estrellas del ballet español.Toni Candeloro es una rara avis dentro del ballet actual, pues su pasional interés por la danza le ha llevado a una verdadera arqueología amatoria de la materia coréutica. Candeloro ha viajado y preguntado a viejos maestros y baila...

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El espectáculo de La Villa, ha sido el más refinado de la temporada madrileña, y de exquisito debe calificarse, desde la selección de las piezas musicales y coreográficas, hasta el sentido estético de trajes y reconstrucción estilística, con el añadido y aliciente del regreso a Madrid de Trinidad Sevillano, una de las más notables estrellas del ballet español.Toni Candeloro es una rara avis dentro del ballet actual, pues su pasional interés por la danza le ha llevado a una verdadera arqueología amatoria de la materia coréutica. Candeloro ha viajado y preguntado a viejos maestros y bailarines, ha requisado filmes mudos, restos de vestuarios, analizado fotografías y secuencias de dibujos... El resultado es una clase ilustrada de buen hacer escénico, y una oportunidad de llegar seriamente al legado Fokin, alma compleja e inquieta, creador prismático donde los hubiera dentro del ballet cosmopolita que le tocó vivir.

Homenaje a Mijail Fokin

Arlequinade: Petipa / Drigo; fragmentos de Fokin: Le pavillon d'Armide, Petroushka, Carnaval, Cleopatra y El Cisne. Con Toni Candeloro, Lorna Feijóo y Trinidad Sevillano en Pavane: Ravel / Luca Veggetti. Piano: Vovka Ashkenazy; violín: Alessandro Fagitioli. Vestuario: Fiorix. Madrid en Danza. Centro Cultural de la Villa. 5 de junio.

Fokin desembocé en el artdecó (como se ve en Cleopatra, que resulta como si dos piezas Chiparius se animaran), estructuró sus frases a través de una geometría moderna, con una búsqueda incesante de lógica y justificación teatral. Por otro lado, logró traer al siglo XX la huella romántica (Las silfides) y tardorromántica (El Cisne). La joven cubana Lorna Feijóo bordó su interpretación del ave moribunda; ella es una bailarina potente, segura, virtuosa y maleable que entró en los difíciles microestilos, como el de Carnaval, donde Fokin recrea y actualiza a su ancestro, estético Petipa. Para cerrar la noche, Trinidad Sevillano bailó una creación de Veggetti sobre la Pavana de Ravel que Fokin quiso coreografiar varias veces y nunca hizo. La Sevillano estuvo sensible, entró en esos acordes letalmente agrisados dándoles vida y emoción. Fue un baile sencillo, concebido con sobriedad, como uno de aquellos apuntes de Larionov en que Fokin ensayaba, unas líneas abiertas sobre el papel en blanco y una búsqueda de atar los hilos de la vida que corren también dentro de la danza.

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