La UE endulza el bloqueo de la carne británica con promesas de ayuda financiera

Bruselas habla de "prohibición temporal", pero sabe que "durará varios años"

La prohibición de exportar la carne británica de vacuno es, desde ayer, norma legal dictada por unanimidad por la Comisión Europea. Pero el ejecutivo comunitario optó por endulzar el severo castigo al Reino Unido que supone el cierre completo de sus fronteras en este sector con dos promesas que facilitan al Gobierno de John Major la digestión de la crisis ante su opinión pública: le prometió solidaridad financiera -propuesta aún inconcreta que debe pasar por el tamiz de los Quince- y una vaga referencia a que la prohibición es "temporal" revisable en seis semanas.

La decisión es clavada...

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La prohibición de exportar la carne británica de vacuno es, desde ayer, norma legal dictada por unanimidad por la Comisión Europea. Pero el ejecutivo comunitario optó por endulzar el severo castigo al Reino Unido que supone el cierre completo de sus fronteras en este sector con dos promesas que facilitan al Gobierno de John Major la digestión de la crisis ante su opinión pública: le prometió solidaridad financiera -propuesta aún inconcreta que debe pasar por el tamiz de los Quince- y una vaga referencia a que la prohibición es "temporal" revisable en seis semanas.

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La decisión es clavada a la que adoptó el lunes el Comité Veterinario y que endosó el comisario de Agricultura, Franz Fischler: prohibición de exportar a todo el mundo el vacuno británico y todos sus derivados, salvo los lácteos; y obligación de Londres de presentar un informe quincenal sobre la aplicación de las medidas tomadas contra la enfermedad de las vacas locas. Pero las presiones y la numantina resistencia de Londres, aunque ridiculizada en privado por todos sus socios europeos, consiguió algunas compensaciones. Que quizá no sean pírricos consuelos. Antes de empezar la reunión del colegio de comisarios, el presidente Jacques Santer se reunió con sus colegas británicos, sir Leon Brittan y Neil Kinnock, para tratar de obtener la unanimidad de los 20 comisarios. El conservador Brittan, con el apoyo de su colega laborista, tomó la ocasión al vuelo y propuso a Santer dos añadidos a la decisión prevista: la temporalidad y la promesa de ayuda financiera. Con ello "será más fácil obtener la confianza de los británicos", argumentó, informaron fuentes cercanas a Brittan. Obtenido lo que pedía, telefoneó a John Major para convencerle de que la decisión tomada era correcta, el único ricino susceptible de devolver la confianza al mercado, aunque sea a medio plazo. Y opinó que los dos añadidos suponían "una pequeña luz para que los británicos vean una salida en el túnel", la comunitarización del problema.

Ambos añadidos no figuran en el texto de la declaración, aunque sí constituyen un compromiso político de la Comisión, explicitado ayer por Fischler ante el Parlamento Europeo. Todos saben que la temporalidad -la referencia a revisar la prohibición dentro de seis semanas- es una máscara. En efecto, la prohibición es de suyo indefinida, hasta el total exterminio de la plaga o la demostración científica inapelable de que no se transmite a las personas la temporalidad. En el mejor de los casos, cualquiera de ambas condiciones "no podrá cumplirse en meses, sino en bastantes años", reconocían altos funcionarios comunitarios, recordando los precedentes de otras pestes -sufridas en otros países. Y la promesa de "solidaridad" -ayuda financiera-, debe pasar a la aprobación de los otros Estados miembros, que estarán vigilantes para obtener una igualdad de trato respecto de precedentes históricos -como la extinta peste porcina africana en España- y para no desmandar el presupuesto: en otros casos las ayudas han alcanzado la mitad del coste del sacrificio de los animales.

FischIer no avanzó cómo podría obtenerse el dinero, pues la partida presupuestaria prevista para este año está ya agotada, ni si la ayuda se descontaría del "cheque británico" que Margaret Thatcher obtuvo en 1986.

La prohibición fue apoyada por el Parlamento Europeo en un debate de urgencia. Todos los portavoces subrayaron enfáticamente la. necesidad de la "solidaridad" con el país afectado, sus ganaderos y consumidores. Pero varios de ellos se refirieron a la necesidad de que el Reino Unido sacrifique parcialmente su cabaña si quiere obtener ayudas- Y algunos, especialmente la representante del Partido Popular Europeo y el de los Verdes, fueron sanguinarios con la manera en que el Gobierno Major ha gestionado la crisis, al minimizarla durante diez años.

Aunque Londres ha quedado como el auténtico malo de esta película, también ha destacado la lentidud de la Comisión en tomar decisiones, desbordada por la inmediata reacción de los Estados miembros. Ha demostrado su incapacidad de reunirse con urgencia ante un problema urgente, y ha ofrecido la información en desorden, a destiempo y con contradicciones. Tampoco ofrece soluciones para la carne británica ya distribuida en los supermercados. Y mentras, el problema sigue teniendo flecos en otros países. Holanda sacrificará 64.000 carneros importados del Reino Unido, y destruirá su carne, ante la posibilidad de que puedan estar infectados, anunció ayer el ministro de Agricultura, Jozias van Aartsen.

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