Tribuna:

Una acertada reconstrucción

Apelándose a la dudosa conmemoración de un "septuagésimo" aniversario, dudosa en sí, pero, sobre todo, en relación a lo que, a través de este falsete, se conmemora: Ia Exposición que, en 1525, llevó a cabo en Madrid la Sociedad de Artistas Ibéricos, un evento capital para la vanguardia plástica española, he aquí, no obstante, esté informativamente bien o mal presentada, una excelente iniciativa. La exposición de 1925, que se celebró en los palacios del Retiro madrileño, constituyó, en efecto, una convergente plataforma, que aglutinó las fuerzas locales de la vanguardia, logrando, además, impac...

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Apelándose a la dudosa conmemoración de un "septuagésimo" aniversario, dudosa en sí, pero, sobre todo, en relación a lo que, a través de este falsete, se conmemora: Ia Exposición que, en 1525, llevó a cabo en Madrid la Sociedad de Artistas Ibéricos, un evento capital para la vanguardia plástica española, he aquí, no obstante, esté informativamente bien o mal presentada, una excelente iniciativa. La exposición de 1925, que se celebró en los palacios del Retiro madrileño, constituyó, en efecto, una convergente plataforma, que aglutinó las fuerzas locales de la vanguardia, logrando, además, impactar en la todavía indolente y ensimismada sociedad española. De manera que se puede decir que hay un antes y un después de 1925 en la historia de la vanguardia histórica local.Si el acontecimiento fue, por tanto, históricamente relevante, y, como tal, dignó de atención y estudio, sea cual sea el dígito del calendario, la exposición conmernorativa ahora presentada en el MNCARS, a cargo de Jaime Brihuega y Concha Lomba, resuelve con competencia y brillantez este compromiso, que no estaba exento de dificultades. De entrada la reconstrucción arqueológica de lo exhibido en aquella ocasión constituye de por sí un notable Alarde de conocimiento y Paciencia, pero, además, era necesario saber presentar visualmente hoy no sólo lo que fue, sino lo que significó esta histórica convocatoria.

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En este último sentido, hay que agradecer a los comisarios el planteamiento, la selección de las obras y el montaje, que no cae en el error erudito' habitual de equivocar la información documental rigurosa, exigible en el catálogo, con lo que se exhibe en la muestra que debe articularse con criterios de discriminación cualitativa, sin los cuales no hay nada que celebrar en la memoria de lo artístico.

Lamento no poseer el espacio suficiente para comentar los aciertos logrados, que son tanto más meritorios porque esa convocatoria de 1925 tuvo algo de aluvión de nombres, muchos de los cuales estaban aún en ciernes de realizar lo que posteriormente les dio a algunos merecida fama. Salvo los artistas catalanes, acudieron todos los vanguardistas españoles que tenían entonces algo que decir. En todo caso, no quiero pasar por alto algunos haIlazgos en esta muestra, que nos demuestran, una vez más, cómo nos queda mucho por saber y disfrutar de nuestra vanguardia local. Son los casos de Cristóbal Ruiz , Pérez Orúe, García Maroto, de Férnandez Balbuena, de Sáenz de Tejada -¡qué tres cuadros admirables los aquí expuestos!-, de Guezala, de Urrutia, de Ucelay... Entre los más famosos, destaca asimismo la selección de Bores, algunos Palencia, los Ferrant... Pero también es excelente el recorrido planteado a- partir de las salas de Solana y Barradas, hermanados por lo negro, o el admirable eje visual entre C. Ruiz y Ferrant. En fin, un verdadero acierto, se cumplan 70 o 71 años del evento.

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