Torerísimo Raúl Aranda
Lo más destacado fue la torerísima faena de Raúl Aranda al cuarto y el gran juego dado por dos toros de María Luisa Domínguez. La corrida, de extraordinaria presencia y serias encornaduras, alcanzó con los dos ejemplares citados altas cotas y fue una lástima que, por ser devuelto a los corrales, no pudiese comprobarse si el sexto podía, con su bravura, sobreponerse a una debilidad, que tampoco fue escandalosa.
Raúl Aranda no consiguió acoplarse con su primero, que no humilló en ningún momento. Al cuarto, a pesar de su bravura, le taparon la salida en varas, pero llegó a la muleta no...
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Lo más destacado fue la torerísima faena de Raúl Aranda al cuarto y el gran juego dado por dos toros de María Luisa Domínguez. La corrida, de extraordinaria presencia y serias encornaduras, alcanzó con los dos ejemplares citados altas cotas y fue una lástima que, por ser devuelto a los corrales, no pudiese comprobarse si el sexto podía, con su bravura, sobreponerse a una debilidad, que tampoco fue escandalosa.
Raúl Aranda no consiguió acoplarse con su primero, que no humilló en ningún momento. Al cuarto, a pesar de su bravura, le taparon la salida en varas, pero llegó a la muleta noble, viniéndose de lejos con alegría. Raúl Aranda lo muleteó exquisitamente y con gran temple y torería, en los medios. Además, lució al toro, dándole aire y distancia. Una estoca-, da en la cruz y dos descabellos dieron paso al justo premio de una. oreja. En suma, una artística faena propia de una figura del toreo.
Dominguez / Aranda, Molinero, Liria
Tres toros de María Luisa Domínguez: lo justo de fuerzas; 2º y 4º bravos. 3º y 5º de Salvador Guardiola, juego desigual. 6º, sobrero de Fermín Bohórquez, peligroso. Raúl Aranda: aviso y silencio; oreja. El Molinero: división; aviso y oreja. Pepín Liria: ovación; aplausos.Plaza de Zaragoza, 8 de octubre. 2ª Corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
A pesar de su voluntad, El Molinero no ejerció ante el bravo segundo el dominio que éste pedía. En, el quinto instrumentó buenos muletazos cuando supo adaptarse a la poca velocidad del astado, que transmitía muy poca emoción. Gracias al presidente y al paisanaje, fue obsequiado con una oreja.
Pepín Liria tuvo que vérselas con dos pájaros imposibles. Estuvo valentísimo, aunque con resultados no muy brillantes. Demostró su honradez y sus ganas de agradar, aunque se fuese de vacío.