Crítica:POP

De andar por casa.

Cuentan que George Iván Morrison exclamó, al poner los pies en la capital del Principado, "esto no parece el Sur. Es como Irlanda". Tal vez fue por ello por lo que la voz con más aristas de la música negra hecha por blancos se sintió como en su casa en la plaza de toros de Oviedo. Sólo le faltaron las pantuflas.Cambió el orden del cartel y los Chieftains, que en el momento de elaborar esta crónica saltaban al escenario, fueron teloneados por Van. Junto a él, su eterno compinche, el organista Georgie Fame, y el tercer jefe de la banda, el saxo Pee Wee Ellis, el único músico negro de la banda. E...

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Cuentan que George Iván Morrison exclamó, al poner los pies en la capital del Principado, "esto no parece el Sur. Es como Irlanda". Tal vez fue por ello por lo que la voz con más aristas de la música negra hecha por blancos se sintió como en su casa en la plaza de toros de Oviedo. Sólo le faltaron las pantuflas.Cambió el orden del cartel y los Chieftains, que en el momento de elaborar esta crónica saltaban al escenario, fueron teloneados por Van. Junto a él, su eterno compinche, el organista Georgie Fame, y el tercer jefe de la banda, el saxo Pee Wee Ellis, el único músico negro de la banda. El resto de la formación funcionó como una clase de tropa de lujo cuyo objetivo era arropar a las tres estrellas.

Van Morrison

Van Morrison (voz, guitarra, saxo y armónica), Georgie Fame (órgano), Robin Aspland (piano), Pee Wee Ellis (saxo), Alec Dankworth (bajo), Ralph Salmins (batería) y Guy Barker (trompeta). Plaza de toros de Buenavista, de Oviedo. Precio:1.500 pesetas. Aforo: 7.000 personas. Miércoles, 13 de septiembre.

Van apareció, vestido de negro, con sombrero y gafas y ese aire huraño e impenetrable, a lo Marlon Brando. Pero en cuanto la banda atacó I wanna know comenzó el exorcismo vocal de una garganta mística, privilegiada y, también, castigada con el infierno terrenal de los artistas que fabrican su carrera en bares llenos de humo. En I will be there, Van cogió el saxo soprano y reforzó el gimmick del estribillo. La velada fue dando paso a inmensas canciones como Pefect fit, Sack o woe, Satisfied, para, detenerse en un profundo y desesperado Help me, en el que Morrison arrancaba desgarros a su propia voz y a la armónica.

A éstas alturas, Van dirigía las operaciones músicas sobre el escenario, con la energía de un general. El único con cierto mando junto a él era, naturalmente, Georgie Fame. Uno de los puntos más fuertes de la noche fue el tema Moondance, con esa perfección formal que le permite ser tocado en cualquier estilo posible y estirado y encogido tanto como haga falta. Una canción que da mucho de sí.

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